domingo, 12 de junio de 2016

Propaganda y berrinches (y Asturias escuchando la radio)

Ya vamos viendo sus vídeos y sus consignas. Ya vamos viendo cómo nos ven. Porque la propaganda, al suponer un esfuerzo máximo de adaptación al receptor, tiene la gracia de mostrarnos cómo nos ve realmente el que se dirige a nosotros.
Lo primero que vimos fue el vídeo de C’s. No sé si se cumple eso de que una mentira suficientemente repetida parece una verdad, pero sí estoy seguro de que una verdad insustancial suficientemente repetida se hace una memez infumable. A Rivera ya se le hizo larga la campaña de diciembre y en esta parece que arranca ya desfondado. El problema es que tiene programa, pero poco mensaje, poca gente y poco registro. Tanta cara de yerno aseado pidiendo a los políticos que alcancen la altura de este pueblo, al que ya sólo le falta saber inglés, puede resultar fresca las diez primeras veces, pero hace ya tiempo que alcanzó el grado de memez. Lo de empaquetar más de lo mismo en una escena de bar para que parezca un baño de realidad es de una candidez indefensa. La perorata del parroquiano del vídeo sobre la historia de la España que se levanta y los héroes anónimos cotidianos sonaba tan real como la frase aquella atribuida a una obra de Kim Il Sum, en la que los japoneses invasores gritaban acosados por los valientes coreanos: «huyamos despavoridos como ratas, que nos persigue el glorioso ejército rojo». Tan natural. Y encima se metieron con el joven trasunto de Pablo Iglesias, que va de sobrado y que es lo único que tiene gracia en el vídeo.
Rivera en su laberinto da pasos en direcciones que llevan lejos sin recorrer ninguna. El camino del arquitecto de consensos sólo lo puede recorrer unos metros después del fiasco del acuerdo con el PSOE, que no tuvo más renta que alejar a Podemos. La senda del dolor por las víctimas de Venezuela y esa densidad de testimonio y vivencia con la que ya anda diciendo yo estuve allí, yo viví aquello, tampoco parece que lleve muy lejos. Demasiado impostada, demasiado interesada, demasiado irrelevante. Lo de ser la versión limpia de la derecha renacida no funciona sin una mínima solvencia, por lo que tampoco puede dar muchos pasos en esa dirección. Muchos retornan al PP después de la cana al aire de C’s.
El PSOE ya tenía muy difícil gestionar la resaca de las elecciones fallidas. Había presentado un pacto cerrado con Ciudadanos, sin ceder nada a la izquierda, sin admitir enmiendas de la izquierda y excluyendo a la izquierda del gobierno. Es lógico que no se percibiera entonces ni se recuerde ahora como un intento franco de entendimiento. El PSOE tiene la propaganda más difícil y además la está haciendo mal. En cierta ocasión, viendo que un amigo caminaba hacia una cagada de perro, lo alerté. Entonces él dio un paso largo, casi un salto, y justo por eso pisó la plasta. Con la presión del sorpasso, el PSOE está reaccionando a cada paso propagandístico de Podemos dando saltos desencaminados y pisando mierda una y otra vez. Pisa mierda cuando entra en el delirio del oro de Venezuela o las alertas por los extremismos. Tales simplezas demagógicas engordan el discurso ramplón de la derecha, pero no fortalece su posición. Pisa donde no debe cuando mantiene durante días en la prensa la cuestión de Podemos y la socialdemocracia, justo como quieren los morados. En todo esto pisa blando el PSOE porque de embrollos y falsedades el PSOE no va a sacar un discurso coherente con ganancia. Juntemos evidencias: no hay nada relevante en la financiación de Podemos, porque visiblemente es un grupo que mueve pocos recursos; Venezuela no dice nada de interés sobre la política española (más que sobre Felipe González); el programa de Podemos no es extremista en ninguno de sus puntos (que sea solvente o realizable es lo que se puede discutir); Podemos siempre fue de izquierdas, dejémonos de bromas, y es evidente que es un partido democrático; que cae en el espectro de la socialdemocracia fue siempre una obviedad (¿hay algún tipo de izquierda democrática que no pueda llamarse así?). De esos pozos el PSOE no va a sacar agua.
Pero sobre todo el PSOE pisa en blando cuando lanza el mensaje de que él no tiene nada que cambiar, que la regeneración tan querida son ellos tal como fueron siempre, que su oferta es seguir igual. Ese es el mensaje que se envía cuando se reivindica ese pasado izquierdista arquitecto del estado de bienestar sin autocrítica. Y ese es el mensaje cuando se da visibilidad y peso a políticos tan emblemáticos de lo que se quiere dejar atrás como Tini Areces.
Podemos acumula aciertos propagandísticos. Su confluencia con IU ya intensificó esa fortaleza de ser el enemigo al que todos quieren parar. El mensaje que emplea como réplica recuerda al que contaba la película chilena No sobre el plebiscito de Pinochet. El dictador presumía de economía, de riqueza y hasta de democracia. Como el PP agitaba el miedo a un pasado al que nadie quería volver. La campaña del no no insistía en la desigualdad, ni en la falta de libertades, ni tocaba de manera central los crímenes de la dictadura. La campaña exitosa fue Chile, la alegría ya llega. Así de sencillo: alegría y un montón de sobreentendidos. Podemos lanza como consigna la sonrisa, imágenes amables, puntos programáticos destacados y legibles sobre un folleto de Ikea, reforzando así el mensaje de sonrisa y humor suave. Lo de la socialdemocracia no busca una definición, sino tranquilizar. Por eso le conviene que el tema se mantenga en la prensa cuanto más mejor. Además no se contrasta con el PSOE como socialdemocracia «auténtica», sino «nueva», enlazando con ese eje propagandístico tan sólido de la nueva frente a vieja política.
El PP, que ya es una de nuestras vergüenzas nacionales por su reputación internacional delincuente, basa su propaganda en el mecanismo de los cacicazgos de toda la vida: algún mal recuerdo con el que amenazar catástrofes, sembrar miedo y proponerse como lo malo conocido frente a la incertidumbre. No hay nada en la gestión del PP, absolutamente nada, que deba tranquilizar a nadie, ni por su eficacia ni por su honestidad. Pero los cacicazgos se mantienen por la inercia, por la sensación permanente de que demoler lo que hay amenaza caída. Esa es una sensación que se extingue con lentitud y que retiene las situaciones sin cambios durante más tiempo del razonable. El PP intenta una prórroga de esa sensación a base de ignorar al PSOE y proyectar su ataque sobre Podemos, que es más manejable para amenazar con lo desconocido y lo experimental. Su vídeo de arranque, a diferencia del de C’s, es ameno y hace una impecable reducción al absurdo, que sin embargo deja un mensaje confuso: que mi pestilencia no te haga votar cualquier tontería en mi contra. Extraña imagen tienen de nosotros estos estrategas.

La cuestión es que es muy probable que el PSOE vuelva a ser necesario para formar gobierno, pero que esta vez no haya ninguna opción de que lo encabece. Si Sánchez no fue capaz de ceder nada a Podemos para ser él el Presidente, cuesta imaginar al PSOE negociando la investidura de Pablo Iglesias. El permitir «por pasiva» un gobierno del PP pondrá al PSOE en ruta directa hacia la irrelevancia. Y todo caerá sobre Asturias como el pedrisco, sin que nadie pueda hacer aquí nada. La confluencia de IU y Podemos ya deja pintoresca la posición de Llamazares de muleta de un PSOE que sólo tiene la mitad de los votos de hace dos legislaturas y al que IU no exigió ningún cambio de calado. Si el PSOE en España se pasa a la coalición que da el gobierno al PP y queda como única oposición estructurada la coalición de IU con Podemos, ¿qué hará Llamazares en Asturias? ¿Creerá Javier Fernández que tiene que hablar con alguien?

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