domingo, 10 de enero de 2016

PSOE sobre ascuas

Pedró Sánchez y António Costa, Dios los cría y ellos se juntan. António Costa había deprimido en octubre los resultados del Partido Socialista portugués hasta límites históricos. El mal resultado tenía un punto ridículo porque los socialistas acababan de ganar las europeas con el liderazgo de António Seguro, pero como había sido por “poucochinho”, Costa consiguió defenestrarlo y asumir él el mando … para perder él por goleada. Así que el resultado ponía las maletas de Costa en la puerta. Pero el Bloco y el PC, partidos muy a la izquierda de los socialistas, consideraron una emergencia nacional retirar las leyes y medidas del gobierno conservador anterior, que habían dejado a la intemperie, sin recursos ni derechos, a tantísimos portugueses. Y del fracaso, ridículo y maletas hechas, de repente Costa se ve Presidente. Y Pedro Sánchez, como Pedro Navajas, aprieta un puño dentro‘l gabán y se dice: “sí se puede”.
Y puede que el viaje de estudios de Sánchez no haya sido en balde. En este mundo abierto la dimisión de Pedro Sánchez y su investidura como Presidente coexisten como dos corchos flotando y alternando su vaivén sin estorbarse. El PSOE es quien tiene todas las llaves y quien más se juega. Parece que en un partido la distancia entre el poder y la desaparición es grande, pero el PSOE no está lejos de ninguna de las dos. Camina sobre el vértice de un tejado y puede resbalar hacia el poder o hacia la irrelevancia con la misma facilidad. Su papel de poli bueno del sistema cuando el sistema es cada vez más agresivo se hace cada vez más insulso e irrelevante y por eso no sólo está perdiendo votos sino nutriente social. La última acusación que quiere oír el PSOE, como la mayoría de los socialdemócratas, es la de antisistema. Necesitan la respetabilidad del sistema y piensan de sí mismos, con respecto a otras izquierdas, que el compromiso de verdad se da dentro del sistema y que lo fácil es no intervenir en serio en las cosas. El problema es que acepta que el sistema es lo que los poderes económicos dicen que es el sistema y los poderes económicos cada vez lo restringen más y cada vez consideran más cosas fuera del sistema. El TIIP, por ejemplo, reduce el papel de los gobiernos democráticos a una caricatura. La manera en que el señor Adelson quería hacer pasar su Eurovegas por encima de nuestras leyes era sólo un anticipo modesto. El PSOE tiene incomodidad con semejante engendro, pero lo primero que hace es poner los dos pies en el sistema y apoyarlo, por nada del mundo quiere ser señalado como “insensato” o “irresponsable”. Por eso se queda sin voz audible cuando otras fuerzas dan forma al descontento popular. Y por eso, tocando con las yemas el poder, tiene sin embargo riesgo real de desaparecer.
En estos días, en vez de las cautelas habituales antes de una negociación y una estrategia reconocible, no tuvimos del PSOE más que una morralla de barones y baroncitos dándose codazos y poniéndose zancadillas, un griterío desordenado vociferando obviedades, como la unidad nacional. Se hipertrofia un punto concreto, el del referéndum de Cataluña, de tramitación incierta en cualquier supuesto, para basar en él la imposibilidad de una negociación con Podemos. En cambio, poco se está diciendo o recordando de lo que imposibilita (o debería) una gran coalición con el PP. Tan poco, que el PP puede seguir con su letanía de la responsabilidad, la altura de miras y los “mimbres” para formar un gobierno de sensatos constitucionalistas, dado que no hay argumento en contra que pare esa dialéctica.
Claro que un referéndum de independencia de Cataluña es un punto escabroso en cualquier negociación. Pero debería recordarse que también lo es la reforma laboral del PP. Debería decirse que una negociación colectiva supone enfrentar a una parte fuerte, la empresa, con muchas débiles pero conjuntas, los trabajadores, que llegan así a un equilibrio; y que suprimir esas negociaciones colectivas lleva a enfrentar a una parte fuerte con las partes débiles de una en una en negociaciones siempre desniveladas que, en la práctica, dejan a la intemperie a esas partes débiles. La Unión Europea llama a esto “descentralización de la negociación” y exige que se aplique con más intensidad. Estamos en el reverso de lo que le ocurría a Margaret Thatcher. Ella era euroescéptica porque, después de aplastar a los sindicatos ingleses, llegaba la UE llena de protección social y derechos de todo tipo a estropearle su revolución conservadora. Ahora lo que viene de la UE es justo lo contrario y el PSOE debería ser el reverso de Thatcher y oponerse a esos vientos europeos y decir que no puede haber gran coalición con el PP si el PP no deroga esa ley y decir esto tan alto como están diciendo que no quieren un referéndum en Cataluña.
La ley de educación del PP es importante, no sólo por lo que es en sí, sino por la carga ideológica que trae consigo. Wert y Gomendio no dijeron nunca o casi nunca que recortaran nada por la crisis o por falta de fondos. No dijeron que quitaban becas porque no hubiera dinero, sino porque entienden que quien se beneficia de ellas es el estudiante que se convertirá en médico o ingeniera y que a ellos corresponde el esfuerzo económico o el endeudamiento de sus estudios. Segregan a los estudiantes a edades muy tempranas mediante reválidas y concertaciones abusivas con centros privados porque no creen que el sistema educativo tenga que corregir las diferencias sociales y familiares que están dadas en la población. Pura ideología sin disimulos. Todo esto debería recordarlo el PSOE ahora con tanta fuerza como la integridad del territorio que ninguna fuera estatal discute y tiene que hacerlo el PSOE porque es el que tiene la posibilidad de hacer una cosa u otra. No basta decir un no rotundo a pactar con el PP, sino recordar qué principios los separan, si es que hay principios que los separen.

Parece que Pedro Sánchez quiere al menos intentarlo y por eso fue a tomar aire a Portugal. Lejos quedan los 80, cuando Alfonso Guerra se burlaba del PNV porque, decía, querían gobernar desde un batzoki. Ahora es un PSOE esclerotizado el que desde sus batzokis quiere hacer pasar el aparato por encima de la representación institucional. La misma ceguera que están proyectando sobre la gravísima situación política de Cataluña la proyectan sobre el delicadísimo momento del propio partido. Están poniendo los dos pies en la vertiente por la que resbalarán hacia la irrelevancia.

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