viernes, 30 de enero de 2015

Río griego y salpicaduras ibéricas

Si el tiempo se parece a un río, el caudal de la actualidad son aguas que van a velocidades distintas y a veces en sentidos distintos. Lo que se dice aguas revueltas. Basta mirar la foto y el momento del gobierno griego. Algunas aguas son rápidas y huelen a futuro y vanguardia. Europa no puede estar hecha de piezas tan asimétricas con reglas de juego tan desiguales para unos países y otros. Y no puede ser un espacio donde grandes cantidades de personas estén sin luz y la vejez sea para muchos pobreza severa porque sean prioritarios los beneficios de los fondos buitre que especulan con la deuda griega. El planteamiento que el gobierno griego llevará a Europa sobre su deuda es agua rápida, es progreso y avance. Y es análisis: hasta su acercamiento a Rusia dibuja al vacío el despiadado momento ideológico y social de Europa.
El mismo caudal griego lleva también aguas lentas, casi estancas, si miramos lo poco que avanzarán las relaciones de la Iglesia con el Estado. El derechista y ultracatólico ANEL se encargó de que esa parte del caudal siga oliendo rancia y a pasado y que el Estado siga sin emanciparse de la Iglesia Ortodoxa. Esto podría no ser una cuestión menor. Grecia tiene el punto crítico de su gestión en la negociación de la deuda. Tiene todo el derecho a negociarla, pero por eso tiene también la obligación de explicar sus gastos. Muchos deseamos que el gobierno griego diga alto y claro que no es justo pagar toda la deuda a los especuladores mientras los enfermos pierden la asistencia y los ancianos se mueren en el desamparo. Otra cosa será pretender una quita de la deuda, mientras la Iglesia sigue sin pagar impuestos por sus ganancias, siguen sin tributar los solares donde haya construida una iglesia y se siguen dando grandes cantidades de dinero del Estado a la Iglesia. Resultará algo chocante que sólo la iglesia griega sea ajena a los costes de la deuda griega.
Y, si hay partes del río griego que corren rápido y alguna que remolonea y se estanca, no faltan aguas que van hacia atrás en el tiempo, con más propensión al pasado que al presente. El que no haya mujeres en el Gobierno tampoco es una cuestión menor, ni es un descuido. Es lo que hay. Grecia es uno de los países europeos con menos presencia de mujeres en puestos de mando. No hay ninguna ley que intente regular ningún aspecto de la desigualdad de sexos. El programa de Syriza no recoge ninguna iniciativa. No es un desliz. Así es en este momento la sociedad griega y así es Syriza. La desigualdad de sexos es desigualdad entre personas y ninguna forma de desigualdad es calderilla. En un país de negros y blancos con discriminación racial, no es un asunto menor que un gobierno sea sólo de blancos. Y en un país que se destaca por la desigualdad de sexos tampoco es menor que todos los miembros del Gobierno sean varones.
Sea como fuere, el caudaloso río griego salpica a nuestra piel de toro. El PSOE y el PP tuvieron claro que lo fundamental de las elecciones griegas era que Grecia no era España y que Syriza no era Podemos. El análisis de los socialistas era un poco más profundo y añadió que el PASOK no era el PSOE. Y empezó a gobernar Tsipras y desde el primer día era como si Grecia fuera España y Syriza fuera Podemos.
Nada más verse la foto y cerrarse el pacto de gobierno, Susana Díaz respiró aliviada: un gobierno sin mujeres, un partido que pacta con la derecha nacionalista y católica, dijo mirando la foto griega y señalando a Podemos, como si después de todo Grecia fuera España y Syriza fuera Podemos. Susana es una política de casta, en el sentido del DRAE y en el otro. Fue calificada en el ABC con mala uva como “catedrática en maquinaria interna” y es la quintaesencia de esa clase política tan denostada en la opinión pública y tan señalada por el dedo populista y bolivariano: no tuvo más oficio que la militancia, a duras penas acabó hace poco su carrera; acaba de nombrar para la Diputación Permanente a dos ex-consejeros investigados por los EREs, para que sigan aforados (qué gracia cuando decía Felipe González sobre Juan Carlos I que el aforamiento no era un privilegio), con lo que el partido sigue cómplice con la corrupción; acaba de nombrar a un militante y subordinado suyo para ocupar una poltrona en la Cámara de Cuentas, con lo que el partido mantiene la colonización parásita de instituciones de control que deberían ser independientes. Y tiene un problema de olfato parecido al de Esperanza Aguirre. Las dos llevan tiempo rodeadas de podredumbre y ninguna la olió. Susana dice que el caso ERE le produce dolor y vergüenza. Es el tipo dato que reclama fecha: ¿cuándo empezaron exactamente esos dolores y cuándo la pudo el rubor? ¿Desde el principio o a medida que se fue sabiendo?
Así que, siendo tan dibujada por la palabra “casta”, dice que Podemos la ataca porque su padre era un humilde fontanero (hace unos días Javier Fernández decía que a él que lo registren, que su padre era electricista; ahora el de Susana es fontanero, qué suerte tienen de llegar al mundo justificados de antemano por la sencillez de sus padres). Y dice exultante en las redes sociales que Syriza no puso mujeres y pactó con un partido de derechas. ¿Quién necesita laminar a los corruptos y mantener independientes las instituciones fiscalizadoras en Andalucía si Syriza pacta con un grupo católico?
Las diputadas del PP también entonaron el venid y vamos todos cuando vieron la foto de varones del gobierno griego. La portada de La Razón se alborozaba por la retirada de capitales de los bancos nada más tomar posesión Tsipras. No, Grecia no es España ni Syriza es Podemos, pero quienes lo dicen festejan cada lunar griego, real o soñado, como si lo fuera. Hasta Esperanza Aguirre riñó a la presentadora de Antena 3 por hablar tanto de Syriza y hacerle propaganda. La condesa de la nariz selectiva y conducción creativa se enfadaba como si Syriza fuera Podemos.

Lo cierto es que, a pesar de los temores de la condesa Aguirre, Antena 3 no hacía propaganda de Syriza. Hablaba de Grecia porque mucho está pasando en Grecia y mucho de lo que pase allí nos afecta y nos importa. Europa se moldeará con su población a partir del caso griego o, a partir del mismo caso, acentuará su esclerosis. Si no somos Grecia, rimamos en asonante con ella y oiremos aquí el eco de lo que primero haya sonado allí.

viernes, 23 de enero de 2015

Estrategia y dialéctica en el PSOE

El PSOE es como una pastilla efervescente, grande, sólido y en disposición de disolverse. Hace tiempo oí en un documental sobre Canadá y Quebec que la riqueza era lo que mantenía unido un país que, en otras condiciones, era propenso a disgregarse en varios. Sólo sé de Canadá lo que sabe cualquiera, así que no sé si tiene o no sentido ese comentario. Pero sí podemos dar por cierto que la riqueza, o el poder, es uno de los vínculos que puede mantener unidas las cosas. El PSOE sólo puede existir tal y como lo conocemos con poder. Sin opciones de poder se disgregaría en trozos que flotarían sobre la política nacional juntándose aquí o allá con trozos de otras cosas.
El partido que amenaza con ocupar el sitio del PSOE es Podemos, pero no es esta formación el disolvente. El líquido en el que el PSOE se arriesga a diluirse es el PP y el traslado de votos a Podemos será sólo la consecuencia. Siendo esto tan obvio, resulta llamativa la desorientación estratégica del PSOE. Cualquiera entiende que abandone su izquierdismo de cuna para mantenerse en el poder. No es bonito, pero es humano. Más difícil es entender que abandone el pragmatismo necesario para ocupar el poder, cuando este debería ser su fuerte.
El contraste que el PSOE está marcando con más énfasis es el que lo separa de Podemos. Sus críticas más contundentes van hacia ese partido. Basta mirar en las redes sociales los comentarios de agrupaciones y personas más o menos afines al PSOE, para ver que la arista más encrespada es la que los separa de Podemos. Y aquí hay un doble error estratégico (porque de pragmatismo, y no de principios, hablamos).
Decía en su día un comentarista deportivo, a propósito del 5-0 del Barça al Madrid, que el Madrid se había pasado todo el partido persiguiendo fantasmas: ni el balón ni los jugadores del Barça estaban nunca donde los madridistas ponían los pies o los ojos. Hasta que tengan presencia en las instituciones (las de verdad, no momios como el Parlamento Europeo), Podemos es un fantasma electoral. El PSOE, inducido por las encuestas, está de hecho haciendo oposición a un partido que aún no está en ninguna parte y este es un empeño que sólo lleva a las memeces y enredos delirantes que preceden a las goleadas. Y es también un error estratégico, porque la furia dialéctica contra Podemos subraya lo que el PSOE tiene en común con el PP, que es donde corre riesgo de asimilación.
En este momento hay dos convencimientos generalizados que perjudican al PSOE y que deberían orientar su estrategia y su dialéctica. Uno es que hará una gran coalición con el PP. El otro es que los políticos son todos iguales y todos culpables (que son una “casta”). A estos dos asuntos, y no a dimes y diretes de Monedero, debería el PSOE orientar su estrategia. Y su estrategia está consistiendo en negar, inútilmente, una cosa y la otra.
La posibilidad de una gran coalición con el PP daña al PSOE y por eso Pedro Sánchez la niega. Tiene dos buenas razones para negarla. Por un lado, el PP es ahora mismo un partido tóxico: la población, además de empobrecida y privada de derechos, está empachada de tanta delincuencia, tanta impunidad y tanta mentira cínica. Por otro lado, la coalición abunda en la percepción de que PP y PSOE son lo mismo y que lo son por abandono de los socialistas de su orientación progresista, lo que seca al PSOE su nutriente electoral.
El problema dialéctico es que diga lo que diga Pedro Sánchez la gente está convencida de que habrá una gran coalición. Y está convencida porque es la realidad. Si Podemos alcanza ese veintitantos por ciento de votos que le dan las encuestas y se convierte en un partido de mayorías, quede el primero, el segundo o el tercero, el bipartidismo se habrá roto y Podemos será la referencia sobre la que se definan los demás. En una situación así, que a día de hoy no extrañaría a nadie, la gran coalición será muy probable y pierde el tiempo Pedro Sánchez en negarlo.
Y en realidad, tampoco debería ser tanto problema estratégico para el PSOE ahora mismo, si entiende que de quien tiene que desmarcarse dialécticamente es del PP, no de Podemos. Y si entiende que este es tiempo de conductas y no de enunciados: Pedro Sánchez no tiene que decir que su rival es el PP, tiene que ser rival del PP; no tiene que decir que discrepa del PP, tiene que discrepar del PP. En vez negar que vaya a haber gran coalición, que no está en situación de negar, no es tan difícil decir que en un parlamento fragmentado el PSOE intentará pactar y que cualquier gobierno del que forme parte: 1. debe derogar de inmediato la ley de educación de Wert; 2. debe derogar la reforma laboral; 3. debe derogar la ley mordaza; 4. debe anular las tasas de Gallardón y las prebendas que regaló a los registradores de la propiedad. No es difícil porque el PSOE se opuso a estas leyes y sus votantes esperan que las derogue si puede. Decir esto sí es discrepar y oponerse al PP, porque además son cosas concretas. Al PSOE no le perjudica electoralmente ningún supuesto, sea de coalición con el PP o no, en el que se le perciban principios claros, firmeza y determinación franca frente a los desaguisados del PP.
Con respecto al desprestigio de la clase política, el PSOE también predica en balde la monserga de que hay mucha gente honrada en política, que sólo algunos son corruptos y bla bla. La cuestión no es si todos los políticos son casta. La cuestión es si la casta existe. Y la casta existe: el ensimismamiento de los partidos en cuestiones internas y su alejamiento de la población; los privilegios y el que los partidos sean agencias de colocación; la ocupación partidaria de las instituciones que deberían ser independientes; la corrupción y el delito generalizados; y, lo más importante, que nada de esto está mejorando y que la desvergüenza es cada vez mayor. Todo esto es real y se le perdona menos al PSOE que al PP. Por eso negarlo es un mal camino estratégico. Que Javier Fernández sobre la casta no tenga más que decir que su padre era electricista es un balbuceo tan indefenso como un vagido de recién nacido. Como el PSOE no articule un discurso en el que se conjuguen la justa reivindicación de su memoria con una autocrítica cuan incómoda y polémica tenga que ser, se dará la paradoja de que hasta la corrupción del PP los debilitará a ellos, porque engrosará la percepción de los políticos como casta.

Es notable que el PSOE no parezca entender que Bárcenas aleja a los votantes de ellos porque refuerza el hastío y la apetencia de regeneración y nadie ve al PSOE como agente de esa regeneración. El hundimiento súbito de un barco grande no deja aguas tranquilas. La desaparición rápida del PSOE como opción de poder tampoco. En el lugar que ocupaba quedará un vórtice de emociones y desorientaciones que puede no ser bueno. Y a ello vamos si no deja de manotear fantasmas como un tonto buscando moscas.

viernes, 16 de enero de 2015

La filosofía y las finanzas en los tiempos de Wert

Monty Python, en uno de sus delirantes vídeos, imagina un partido de fútbol entre la selección de filósofos alemanes contra la de filósofos de Grecia, con Hegel y Heráclito como capitanes respectivos. Cuando el árbitro, Confucio, pone el balón en el centro y pita para empezar, todos los filósofos empiezan a caminar de un lugar a otro, absortos en reflexiones solitarias y, por supuesto, sin mirar siquiera al balón. Así pasa todo el encuentro hasta que a dos minutos del final Arquímedes grita “eureka” y empieza nada menos que a dar patadas al balón, iniciando la única jugada del partido, que daría a Grecia la victoria por la mínima. A esto nos lleva la filosofía. O quizás es una broma.
Mientras se suceden escándalos, vaticinios de terremotos electorales o alertas yihadistas, los artículos de la LOMCE van creciendo como crece la hiedra en los sitios abandonados y como dicen que crecen las uñas a los muertos. La ley Wert volvió a asomar en los medios por la reducción de la filosofía y el reciclaje de sus profesores para dar algo de actividad emprendedora. Ningún plan de estudios soluciona ni crea problemas de golpe. Todo plan de estudios, en realidad toda ley educativa, es siempre una humedad que irá impregnando la vida social poco a poco. La tendencia que marca la reducción de la filosofía a niveles testimoniales es fuertemente simbólica, sobre todo si tenemos en cuenta el crecimiento paralelo de las materias de economía y finanzas.
La crisis, además de injusticia y pobreza, nos va dejando perlas de coleccionista. Una de ellas es el mantra de que nuestros jóvenes no son competitivos porque no se les forma bien y por eso hay tanto paro. ¡En España hay paro por lo que se enseña en las aulas! Nadie explica qué trabajos se están perdiendo por falta de formación ni cómo, cuando deciden emigrar al extranjero, mágicamente sí encuentran dónde trabajar. Así que todo el mundo empieza a perorar sobre educación, sobre todo desde sectores financieros (el sesgado e ideológico informe PISA es de hecho un órgano de la OCDE, fuertemente financiado por dinero e intereses privados). Y así llegan más perlas. Aparecen “estudios” que señalan como causa de la crisis el desconocimiento financiero de los ciudadanos. Como no se estudia economía en la enseñanza media, la gente empieza a meter la pata con sus ahorros (porque debió ser “la gente” la que provocó la crisis) y el sistema se colapsa. Lo gracioso es que esos estudios proceden de los bancos.
Así que en la LOMCE se decide atajar la crisis alejando a la gente de la filosofía, no nos vaya a pasar como a los filósofos de Monty Python y nuestros jóvenes se queden mirando para las nubes sin ser capaces de hacer nada. Quieren enseñanzas más prácticas que la filosofía y las artes. Hablemos de lo práctico.
Si uno tiene hambre, lo más práctico es dar una dentellada a algo comestible y masticar. Pero si en vez de eso trepamos a un árbol, habremos hecho algo inútil porque seguiremos teniendo hambre. Si después arrancamos una rama y le quitamos las hojas, seguimos en la inutilidad porque eso sigue sin darnos de comer. Y si, finalmente, tajamos el palo arrancado al árbol y le damos punta, seguiremos con hambre. Pero esta secuencia de actos inútiles, extraña en la naturaleza, nos convierte en sujetos hambrientos armados con una lanza y más capaces de abatir animales a los que dar dentelladas más jugosas. Y la misma capacidad de encadenar cosas inútiles nos permite usar esas ramas con piedras para hacer cabañas.
Con el lenguaje en la naturaleza también domina lo práctico: no se dice ni se entiende nada más que cuando hay algo que hacer. Se da la señal de que llega un depredador justamente porque llega uno. Y el que recibe y entiende la señal sólo puede hacer una cosa: echar a correr, cambiar de color o erizar púas, lo que sea que le ponga a salvo. En cambio, nosotros hablamos de serpientes sin que las tengamos cerca y seguramente el que haya leído y entendido “serpientes” hace un momento se habrá quedado tan tranquilo. Somos capaces de llenarnos la cabeza de datos “inútiles”, que no sirven para hacer nada inmediato. Y por eso, a diferencia de los cercopitecos, podemos acumularlos en la mente y formar idas complejas.
En esto consiste tener la cabeza amueblada: en que las reacciones a las cosas no sean directas, sino que tengamos maquinaria interna para entenderlas y desarrollar conductas complejas. Pasa también con las cosas inertes. Si empujamos un trozo de madera con el dedo, se mueve, es una relación simple. Si tiramos de una cisterna, cae agua: la relación es más compleja, porque entre nuestra acción y el resultado final hay una maquinaria. Y si tocamos una tecla del ordenador y una impresora imprime, la complejidad es mayor. Lo que hay entre la presión de nuestro dedo y la conducta de la máquina es tan complicado que ya no es como la cisterna, que sólo sirve para que caiga agua. El interior del ordenador está tan amueblado que sirve para una infinidad de cosas.
Ese es un objetivo básico de la enseñanza media: amueblar la mente de los individuos, hacer sus conductas autónomas respecto de lo inmediato para que lleguen a ser complejas y eficaces (“inteligentes”), llenarlos del software que les permita entender y adaptarse y servir para mucho y no sólo para una cosa, sea abrir un plan de pensiones o desaguar como una cisterna.
Recuerdo a mi madre metiendo un vaso en una media para zurcirla con comodidad aprovechando el vacío de la boca del vaso. A un neandertal le costaría hacer algo así, tomar un objeto que conoció para llenar de agua y recontextualizarlo para una tarea diferente. La filosofía, por lo que tiene de tejido entre saberes de otras disciplinas, educa como ninguna materia esta cualidad tan humana y “práctica” de conectar lo disperso y hacer transversales los conocimientos. Alimenta y da un valor añadido a lo que se aprende en otras ciencias. La filosofía facilita ese relativo y temporal alejamiento de la realidad, que tanto repelús da a banqueros y OCDE, pero que es la condición de la inteligencia más ambiciosa.
Los estudios de los bancos sobre educación prefieren el modelo del trozo de madera impulsado por el dedo: formación plana para la reacción inmediata, cabezas deshabitadas e individuos zarandeados por las circunstancias. Ningún pueblo progresó así. No es lo que están haciendo en Finlandia ni lo que están haciendo las clases acomodadas en Alemania.

Cuesta decirlo, pero el gobierno español y su enviado en la Tierra el señor Wert no hicieron absolutamente nada que buscara una mejora de nuestro sistema educativo. Todo lo que hicieron tiene dos líneas y sólo dos: la ideológica (refuerzo de la religión, apoyo a la enseñanza concertada, segregación, miopía mercantilista) y el recorte de gastos (aumento de alumnos por aula, polivalencia de los profesores, supresión de apoyos). La iglesia, la banca y la calculadora son la referencia final y única de todo lo que este Gobierno hace en educación. Cómo no van a quitar la filosofía.

sábado, 10 de enero de 2015

Charlie Hebdo. La condena silenciosa y permanente

 “La comicidad exige pues, para surtir todo su efecto, algo así como una anestesia momentánea del corazón, pues se dirige a la inteligencia pura.” (H. Bergson, La risa).
No es una cuestión menor que Charlie fuera una publicación cómica. Decía Bergson que el hombre no sólo es el único animal que ríe, sino también el único que mueve a risa, el único ser ridículo. Y decía también que la risa requiere la desconexión de nuestras emociones. Una persona aterrorizada, conmovida o triste en extremo no tiene sentido de humor. Para reír tiene que separarse momentáneamente de su terror o tristeza. Por eso el humor es un estado de cierta lucidez que supone vivir las cosas y simultáneamente separarse de ellas, como desarrollando una visión binocular del mundo. Pero por eso también el humor es insensible y por eso justamente irrita y provoca. Por eso y porque deshumaniza al humano ridículo, presentando su conducta o su aspecto como una cosa mecánica sin razón interna. Quien acaba de perder a su padre o a su hermano espera condolencia de los demás. El que haga comicidad del hecho le parecerá ásperamente insensible, porque sólo desde esa “anestesia del corazón” cabe la broma. Enseguida volvemos a esto.
Así que esta semana en nombre de Mahoma dos acémilas se liaron a tiros contra Charlie Hebdo y contra la grandeur europea. Ni es el día para simplificar lo complejo ni para equiparar las cosas leves con las trágicas. Pero sí es el día para recordar que las cosas pequeñas no tienen nada que ver con las cosas graves, salvo que por su pequeñez les apliquemos una ética perversa, porque entonces lo pequeño sí se relaciona con lo grave. Que un casposo le toque el culo sin consentimiento a una mujer en el autobús no es una violación. Esto es una cosa. Otra distinta es que se acepte comúnmente que eso no es nada, que el culo femenino está para esas travesuras. Desde este convencimiento el tocamiento de culo sí tiene que ver con formas más graves de violencia y sí hay que decirlo alto y claro el día que violan a una mujer.
En 2006 Charlie Hebdo publicó unas caricaturas de Mahoma que hicieron poner a los creyentes el grito en el cielo y, curiosamente, a los no creyentes también. Zapatero y Putin, sin ir más lejos, dijeron en santa compaña que se trataba de un asunto de sensibilidad y respeto. La insensibilidad consustancial a la comicidad, esa “anestesia momentánea del corazón” explicada por Bergson, cuando se proyecta sobre creencias religiosas es una falta de respeto por definición. En términos de Bergson, un ateo es desde luego mucho más ridículo que un creyente. Ninguna de las creencias que pueda tener un ateo es tan “profunda” que no pueda ser motivo de risa. Pero cuando la coña se proyecta sobre emblemas o cultos religiosos los líderes y liderillos creen practicar altura de miras frunciendo el ceño y diciendo que eso es cosa de sensibilidad y respeto. Y este es un tocamiento de culo que merece señalarse el día de la barbarie creyente.
Hace unos años en el pueblo francés de Aurillac presencié dos cosas notables. Una fue una actuación en la calle de Leo Bassi, el provocador cómico italiano que en España se hizo famoso por masticar unos excrementos en directo. Vestía del entonces Papa Benedicto, tropezaba con las escaleras, hablaba como chocheando, bailaba rap con aquel atuendo y prometía dispensadores de preservativos en las parroquias. Fue casualidad que lo viera allí, pero no fue casualidad que no lo viera en España: aquí se dijo que eso era “irrespetuoso”. La otra fue a la hora de comer. Como eran fiestas muy concurridas, en todo el pueblo sólo se podía comer el menú terroir, porque no podían atender a la carta. Pero en la mesa de al lado unos musulmanes africanos estaban comiendo ensaladas varias. Alá me libre de envidiarlos, porque yo estaba feliz con aquellos patés y quesos. Pero sé que si hubiera dicho que estoy a dieta, que no me gustan los patés, que ando un poco flojo de vientre o cualquier razón de este mundo me habrían dicho que el menú era único. Pero si la razón es religiosa, hay que ser respetuosos, como querían Zapatero y Putin. En muchos colegios hay menús adecuados a distintas religiones. Pero que pruebe alguien a decir simplemente que a su niña no le gusta el pescado, sin más, o que las lentejas le dan flatulencias.
A los niños hay que enseñarles que las singularidades del culto religioso sólo pueden condicionar su conducta privada y la de los actos comunitarios de creyentes, no pueden marcar la convivencia general. Tienen que entender que las razones religiosas que tengan para no comer lomo no pueden tener más consideración que las que tenga otro cualquiera para no comer cualquier cosa y que si la comida es parte de su culto tienen que llevar fiambrera de casa. Sólo así entenderán que donde no haya comida adecuada a su culto no se les está faltando al respeto ni atacando. Y por ese camino entenderán que la comicidad sobre la religión puede ser de tan buen o mal gusto como sobre cualquier otra cosa.
El sectario señor Jorge Fernández hace dos o tres años tuvo a bien ponerle la medalla al mérito a Nuestra Señora María Santísima del Amor, advocación de la Virgen que venera la Cofradía de Nuestro Padre Jesús El Rico. Esto es un acto político extremista y en términos políticos se discutió. El ente condecorado no es una persona, pero según el sectario es capaz de desvelo, sacrificio y dedicación. Yo, que soy más de cultura cinematográfica que sagrada, pienso en una zombi, en una no muerta. Si fuera parlamentario, me habría gustado preguntarle al ministro si la Virgen condecorada comía o si se puede tener desvelo y dedicación sin nutriente; y si se alimentaba, si comía carne humana como los demás zombis o si era más benigna. Y sé que el polémico habría sido yo por tratar como ridículo algo religioso.
No debemos olvidar que nuestros gobiernos tienen un comité de bioética consultivo para temas complejos de vida, respeto y ética. Según parece, las células madre comportan más problemas éticos que las leyes bancarias. Las cuestiones éticas y bioéticas, los temas “complejos” son sencillamente aquellos sobre los que la Iglesia tiene doctrina. La reforma laboral no requiere dictamen ético, pero la congelación de placentas sí, porque sobre lo primero la Iglesia no da mandato a sus fieles y sobre lo segundo sí. Y así estamos, considerando tabú y no risible lo que la Iglesia diga que es un sentimiento muy hondo. Y considerando ético y formando comités para aquello sobre lo que la Iglesia esté dispuesta a ponerse burra.

Y tolerando estas cosillas de poca monta, y llamando insensibles e irrespetuosos a quienes hicieron una caricatura de Mahoma porque les dio la real gana, y reculando y respetando y diciendo que sí, que los sentimientos religiosos son de otro tipo, que una cosa es que los garbanzos te den gases y otra que tu religión te prohíba comer carne, un buen día unos chalados disparan en nombre de Dios a unos dibujantes por graciosos. Es el tipo de cosas que hay que señalar un día como hoy.