sábado, 12 de diciembre de 2015

España incompleta y electoral

 “Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno las traga sin darse cuenta, parecen no surtir efecto alguno, y al cabo del tiempo se produce el efecto tóxico” (V. Klemperer, LTI. La lengua del Tercer Reich).

Si alguien me quitara la camisa, después los pantalones y a continuación los zapatos, y me dijera que aún tiene que “completar” la operación, pensaría que quiere dejarme en bolas. Si un proceso se declara incompleto, sólo hay que ver cuál es la línea de tal proceso para entender en qué consiste completarlo. La Comisión Europea está satisfecha en un 70% con el Gobierno de Rajoy y nos ameniza la campaña electoral diciendo que hay que “completar” la reforma laboral. No imagino cómo calcula una comisión llena de Cañetes caducados su porcentaje de satisfacción con una acción de gobierno determinada. En todo caso, según parece la reforma laboral del PP es incompleta. Supongo que los trabajadores todavía no están en bolas y no es cosa de quedar a medias. Dicen los caducados que persiste la “segmentación” de los contratos, nos agobia la “dualidad” del mercado laboral y va demasiado lenta la “descentralización” de los convenios.
La RAE acostumbra a decir que el lenguaje no tiene dueño y que es como sus hablantes lo hacen. Bendito candor, santa inocencia. No hay forma de poder que no se lo haya apropiado. No hay arma de destrucción más masiva que expresiones y palabras debidamente replicadas en los cerebros de la gente, disolviéndose lentamente en sus almas y envenenando con parsimonia sus conductas. El lenguaje tiene dos virtudes que, usado desde el Lado Oscuro, se hacen maldiciones. Por un lado, el lenguaje nos comunica y, no en balde, la palabra comunicar es en origen la misma que comulgar, el lenguaje nos pone en comunión con otros. Por otro lado, el lenguaje se refiere a las cosas, de manera que, además de ponernos en comunión con otros, pone nuestro pensamiento en comunión con el mundo. Pero cuando perdemos el trabajo una y otra vez y alguien consigue que la gente piense que es que la situación es “flexible”; cuando a uno le bajan el salario y hay quien siembra en la mente de nuestros vecinos que se trata de una mejora de la “capacidad de respuesta” de los salarios a las condiciones del mercado; y cuando a uno le quitan los servicios básicos y los mandones logran que los medios lo llamen “reforma”; cuando suceden estas cosas, el lenguaje nos hace sentir muy solos. La gente nos mira y el efecto tóxico del lenguaje no le deja ver lo que nos pasa. Y además el lenguaje, en vez ponernos en comunión con las cosas, nos hace ciegos a ellas como un alucinógeno.
La Comisión Europea no dice que quiere despido libre, porque eso dejaría intactas las virtudes del lenguaje. Dice que la reforma laboral está incompleta, supongo que porque aún debe recoger algún derecho menor. Hay gente que tiene trabajos estables y salarios dignos y hay mucha gente que está en paro o con trabajos de muy poco tiempo y muy poco dinero. La Comisión Europea, el PP y Ciudadanos llaman a esto “dualidad”, uno de nuestros males. El que haya gente sin trabajo o con trabajo breve y mal pagado es normal. Pero que siga habiendo tanto sueldo digno y condiciones civilizadas indica demasiada “segmentación” en las situaciones de unos y otros, como si hubiera una grieta en algún sitio y algo estuviera roto y amenazando ruina. Para evitar la “dualidad” hay que evitar tanta dignidad suelta en salarios y condiciones laborales, hay hacer más parecida la vida de los que trabajan a la de los pobres, para que así, sin “segmentación”, tengamos un todo social armónico sin fisuras. Ciudadanos, henchido de europeísmo y futuro, nos pregona ese contrato único (y basura) que sólo podría dar algún derecho al trabajador después de muchos años, pero que da todos los derechos al contratante para echar al trabajador antes de que tenga algún derecho.
Y además la Comisión de Cañetes quiere más ritmo en la “descentralización” de convenios. La única forma en que la parte débil de una empresa puede hacer valer algún derecho es que se junte con las partes débiles de otras empresas del mismo sector y negocien con las partes fuertes. La descentralización de estos ocurrentes caducados supone sin más que no haya negociación colectiva. Si alguna vez alguien te pone la navaja en la barriga y te pide la cartera, no dudes de que estás ante un convencido de la descentralización de las relaciones sociales. Nada desearía más el navajero que el asunto se dirima de manera descentralizada entre tú y él sin injerencias.
Más que la reforma laboral, parece que la que está cada vez más incompleta es España. Como país nos falta una generación que deberíamos ver por ahí trabajando en sitios y que cada vez más vemos por Skype o en ninguna parte. El motor de la bajada del paro que cacarea Soraya, mientras Rajoy cocina con Bertín o remoja en una palangana los callos en Doñana, es la desesperanza de la gente que desaparece de la estadística porque se va o porque desiste de buscar. España amenaza con quedar incompleta también por quedarse sin clase media. Wert el Diplomático dijo hace unos meses con su millonaria esposa algo con gran valor de síntesis: el que no tiene dinero para la educación de sus hijos es porque lo gasta en otra cosa. Toda una avanzadilla. Se trata de describir el proceso por el que la clase media deje de serlo como un problema ético de esa clase media. Cuando se ponga por las nubes el seguro médico, la educación sea insaciable y tenga que hacerse un plan privado de pensiones, la cuestión no será que los gobiernos le hayan quitado los servicios y los derechos. La cuestión será si no deberían dar prioridad a la educación y la salud sobre viajes de vacaciones y cenas los sábados por la noche. Estos “copagos” de sanidad y educación que Ciudadanos propone con desparpajo y el PP practica con desvergüenza son el camino para que cada uno cargue como pueda y si puede con sus servicios básicos (y menudo sobresílabo: que alguien me explique la diferencia entre pagar y hacer un copago).
La campaña nos tuvo que recordar por si hacía falta que España queda incompleta cada año porque le faltan docenas de mujeres asesinadas por el machito de turno, más todas las que están perdidas en el purgatorio del maltrato. Ciudadanos se encargó de que lo recordáramos por la manera grosera con que banalizó el problema. Este partido vino al mundo sin los complejos históricos de la derechona, por no tener vínculo con la Iglesia ni filiación histórica con Franco, y eso le hace hablar con más transparencia. Tanta que se le entendió todo. El discurso de Rivera es más corto de lo que parecía, la peonza está perdiendo giro y va cayendo hacia la derecha a medida que pierde energía. El horizonte político amenaza con quedarse incompleto si el PSOE se hunde. Piden los socialistas que dejemos de ajustarle las cuentas una y otra vez por lo pasado, pero sin dar señales de apartarse de él. ¿Pues no nos dice Sánchez que a lo único que se dedica Felipe González es a la defensa de la oposición venezolana? Aunque se nos fuera de la cabeza la larga y turbia historia de González con Venezuela, ¿tanto da esa defensa de los venezolanos buenos para la vida de magnate que se le ve? El PSOE parece una pieza herida y allí mordisquean Podemos, Ciudadanos y algo del PP. Sánchez se bate como puede sin poder hilar un discurso coherente con tanto frente y con ayuda tan tibia de su propio partido.

La campaña está siendo regida por las apetencias de audiencia de los medios. Ni vimos ni veremos a todos los candidatos confrontar sus posturas. Los debates y la política están siendo como el resto de España. Incompletos como una reforma laboral.

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