lunes, 2 de noviembre de 2015

España peinada y recién aseada

Según se va acabando la semana, me va quedando la sensación difícil de explicar de que los alegres muchachos de Junts pel Sí y la CUP peinaron a España con la raya al medio. El país anduvo toda la semana desaliñado, como sin duchar y con los pelos revueltos.
La sarta de desvaríos había empezado en el fin de semana. Rajoy había convocado a la prensa para enseñarles la nueva oficina con la que el Gobierno azotará la corrupción. La criatura viene al mundo con un nombre muy ameno: Oficina de Recuperación y Gestión de Activos (ORGA). Se va a dedicar a recuperar para el Estado el dinero y bienes obtenidos delictivamente para que “ningún delincuente pueda disfrutar de lo que ha robado”. Tres años después de decirle a Bárcenas “Luis, sé fuerte” y de decirnos por pantalla de plasma como un dibujo animado que él no tenía nada que ver con aquellos papeles en los que estaba su nombre porque él era registrador de la propiedad, tras flotar toda la legislatura con las aguas ominosas de Gürtel, Púnica y tarjetas black al cuello, Rajoy muestra orgulloso a ORGA, la solución final para los botines mal habidos. La oficina estaba vacía de todo: pocos muebles, ningún papel ni equipamiento y más desierta que una Diputación en día laboral. Con la imagen de aquella desolación sí que tuvo que sentirse muy fuerte Luis. Aquella imagen valía más que mil sms. Es imposible imaginar cómo alguien pudo creer que escena tan indefensa transmitía determinación frente a la corrupción.
Después Blair pide perdón reconociendo lo que todos sabíamos: palabra arriba palabra abajo, que la guerra de Irak fue una cruel letanía de crímenes sin justificación que disparó la fortaleza del terrorismo yihadista. Nada que no supiéramos. Lo bonito fue escuchar, horas después de que Rajoy se solazara en su ORGA solitaria, a Aznar y a Esperanza Aguirre. El uno desafió de manera insuperable con sólo dos palabras a la ética y a la lógica: “salimos ganando”. La ética más común se conmueve ante tal resumen: miles de muertos porque sí, mutilados, huérfanos y semilla de violencia, pero … “salimos ganando”. Conmovedor. Y también la lógica sufre lo indecible con esas dos palabras: ¿se puede saber qué ganó España salvo pasar a ser objetivo terrorista? Sólo dos palabras para retorcer simultáneamente el corazón y el cerebro de cualquier persona sana. No cabe más economía. La otra, Esperanza, al unísono con el uno, nos endilga que España no estuvo en la guerra de Irak. Podríamos preguntarnos si los militares españoles que murieron en Irak se murieron del susto y si lo que les ocurría a los que tuvieron que batirse en asedios prolongados eran problemas estomacales. Pero hay preguntas más inquietantes. Cuando Zapatero retiró las tropas de Irak, ¿qué fue lo que retiró si no estábamos allí? ¿De qué protestaba Aznar y qué enfadó tanto a Bush?
Al mismo tiempo, el alcalde socialista de Sevilla, Juan Espadas, se deja ver en un acto religioso jurando su condición de Hermano Mayor en la cofradía de la Hermandad de Hiniesta (con hache). Así el laicismo socialista pregonado por Pedro el Hermoso queda en el mismo limbo intelectual que la idea de un estado “federal”. Masip pone su granito de arena en la actualidad declarando la guerra al Cola Cao. Resulta que Nutrexpa, la empresa propietaria, apoyó al independentismo catalán y entonces Masip se quita las telarañas de su infancia y nos invita a dar un ejemplo cívico. Llevaba varios días la prensa ibérica flotando en babas lisonjeras porque Amancio Ortega se había hecho el hombre más rico del mundo. Inditex, su empresa, había “optimizado los costes del grupo con una política de compras centrada en economías emergentes”; es decir, le fabrican sus tejidos por salarios de 40 dólares al mes y jornadas de doce horas en zonas de Bangladesh, India y China donde con ese salario no se come todos los días y sin él la gente se muere, según noticia de Martín Caparrós. Y aquí apenas paga un 5% de impuestos. Como Apple o Amazon, por ejemplo. Pero el caso de Nutrexpa es mucho peor: apoyaron a los independentistas. Que nadie reconsidere sus compras en Zara ni en las tiendas de la manzanita; el Cola Cao es lo que urge frenar.
Como la contribución de nuestra tierra a los desvaríos suele ser rica y variada, los periódicos nos informaron de que los nuevos regidores de Oviedo se encontraron el ayuntamiento lleno de fogones, neveras, cacerolas y otras lindezas, porque D. Gabino, más que campechano que un Borbón, se dedicaba a cocinar y montar ágapes con sus contertulios. La monda. Y Europa Press nos dice que la empresa Kantar Media calcula que “los Premios Princesa de Asturias generaron un impacto mediático de 16 millones de euros”. Así dicho parece que zanja toda la polémica sobre los premios, porque lo que se lee es “Premios Princesa … generan 16 millones …”. Casi apetece empezar a contratar profesores y médicos y empezar a dar salarios mínimos a parados de larga duración. Pero la broma es que eso es lo que habría que haber gastado en publicidad para tener la misma presencia que se consiguió con los premios. Por supuesto, no se especifica la presencia de qué o quién. Lo que más publicitan los premios son los reyes, la alfombra y el famoseo en torno a la corte borbónica. Muy poco de cultura y sólo algo de Asturias, que va proyectándose al ancho mundo como una región muy cuca. Me pregunto a cuánto ascendería el impacto mediático de Olvido Hormigos para los Yébenes de Toledo. Y el coste no pudo ser más moderado.
En estas estaba el país cuando XpSÍ y CUP se ponen a declarar la independencia de Cataluña. Hace tiempo que en la vida pública española se usan como si fueran performativos verbos que no lo son. Por ejemplo, todos parecen dar por sentado que cada vez que dicen que respetan las decisiones judiciales efectivamente las están respetando, como si decir “yo respeto” ejecutara la conducta de ser respetuoso. Y el señor Mas parece convencido de que declarando la independencia de Cataluña efectivamente Cataluña es independiente. Y Rajoy también parece convencido de que callando efectivamente no pasa nada. El caso es que la declaración de los coaligados en Cataluña fue estridente y tintinearon los cristales en toda España. Tanto que el país se sacudió todos los desbarros que la semana iba acumulando, se lavó la cara y parece que empieza a mirar en serio y bien peinada hacia Cataluña. Rajoy se puso en plan presidente, ya habló con Pedro Sánchez y citó a Rivera y Pablo Iglesias. Es como si quisiera juntar fuerzas y criterio para España. Toda una novedad.

Por supuesto, no pueden faltar notas chuscas en el arranque. Rajoy pretende que el tema catalán no se toque en las elecciones, como si la forma de tratar el tema catalán no fuera parte del balance de este gobierno para votarlo o no votarlo y como si no hubiera iniciativas diferentes que proponer a la gente. Creerá que no hablar de las cosas es tener altura de miras y responsabilidad de Estado. Y Ciudadanos pretende arrancar el compromiso de que nadie pacte en el futuro con partidos nacionalistas, como si eso fuera lo que desató el problema catalán. Mal método es marcar el territorio del sistema y dejar como antisistema a partidos y proyectos democráticos que no nos gusten. Por ese camino se pueden establecer compromisos para no pactar con grupos populistas, republicanos, “radicales” o lo que sea que estorbe. Como digo, la “reacción” de Rajoy arranca con algo de arenilla en los goznes, pero al menos alguien va a hablar con alguien para hacer algo. Y alguien se peinó se acordó de que es Presidente de un país y no el guardián de una camarilla.

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