sábado, 25 de julio de 2015

En verano

 “Dentro de miles de millones de años habrá un último día perfecto en la Tierra. Luego, el Sol irá enrojeciendo e hinchándose lentamente y presidirá una Tierra que estará abrasándose incluso en los polos.” (C. Sagan, Cosmos).

Si tuviera que reducir al mínimo la sensación de verano elegiría la del momento de dejarme secar estando tumbado. La esencia del verano se concentra en la sensualidad del agua adelgazándose en la piel al evaporarse, hasta romperse y hacerse bolitas que ruedan dejando en nosotros esos surcos efímeros, que enseguida desaparecerán disueltos en la humedad ambiente. Normalmente la gente se deja secar quieta y con los ojos cerrados. El calor del aire más bajo provoca un efecto de refracción en el sonido que hace que se propague más lejos de lo habitual. Por eso, mientras dejamos que el agua desfallezca y se rompa en nuestra piel y que el sol nos vaya ganando, nos llegan nítidas conversaciones que normalmente no oiríamos. Como no estamos acostumbrados a oír tantas cosas a la vez, si dejamos el cerebro en suspensión acompañando a los ojos cerrados, todas esas palabras transeúntes de conversaciones dispersas, golpes de paletas en calderos, gritos infantiles o risas esporádicas de pandillas o coqueteos se amontonan sin sentido como las gotas que se esparcen en la piel a medida que el agua pierde consistencia.
Porque así es el verano. El invierno y la Navidad tabican el tiempo, lo detienen y condensan la raíz y los recuerdos. El verano suelta en desorden las rutinas y se disipa lo que somos en vericuetos tan imprevisibles como el curso de esos surcos que dejan las gotas de agua al ir secándose. Es la estación donde nos encontramos en compañías accidentales y en situaciones sin un antes y un después, sin horario y flotando sin contacto entre sí como gotas de sudor. La desconexión veraniega tan querida es en realidad amnesia y discontinuidad entre las cosas, un permanente y benigno fallo en Matrix. Es tiempo de lo superficial y extenso, más que de lo profundo e intenso y por eso el amor encuentra sus picos (tantos encuentros producen chispa) y sus valles (tantas relaciones se rompen en verano). La profundidad se encuentra en el amor, pero también en la amistad o la reflexión compartida. Pero lo superficial, la ternura que acumula el sillón donde suele dormitar o la sensualidad que retiene su ropa en el armario o su taza de desayuno recién usada, lo superficial de verdad, eso sólo es cosa de amores y es agitado en los sofocos veraniegos.
Aunque a veces la bruma de esta tierra o su falta de luz nos ponga una tela pegajosa en el ánimo, vivimos en un clima afortunado: con bastante invierno para espesar raíz y vínculos, pero no tan largo que los petrifique y haga sólidas y aplastantes las rutinas; y con bastante verano para vaciarse en cursos insospechados y choques desordenados, pero no tan largo que produzca ese desamparo que acompaña siempre al desarraigo. En algo teníamos que tener fortuna, porque los zumbidos de desempleo, gobiernos perplejos y ensimismados y gentes desorientadas forman ese chirrido metálico de las conversaciones que se oyen tumbados en la arena que vienen de un sitio y otro y chocan como olas y se deshacen en palabras sin sentido. En verano las cosas siguen su curso y quizá un día cualquiera sea el último día perfecto antes de que el TTIP, una ley de seguridad o una reforma electoral nos saquen definitivamente de nuestra débil democracia o el sol enrojezca y empiece a hincharse. Pero, por si hoy no es ese último día, tumbémonos y dejémonos secar.

PD. Una señal del fin del mundo. Mi corrector automático señala a Matrix como palabra desconocida, pero ya incorpora como expresión correcta TTIP.

lunes, 20 de julio de 2015

Foro e IU. Cuestiones de aritmética asturiana

En el momento de escribir estas líneas, todo parece indicar que habrá una mayoría suficiente para que Javier Fernández forme Gobierno, pero no para que gobierne. El proceso puede dejar un náufrago, el PSOE, y dos huérfanos, Foro e IU. El PP parece haber recuperado su holgado y cómodo lugar de perdedor habitual y está ya a su velocidad de crucero en la irrelevancia.
El Foro agitó el rompecabezas postelectoral al sumar en segunda vuelta sus tres diputados al PP para votar a Cherines. El movimiento es difícil de entender. Podemos decir a favor de Cristina Coto que haga lo que haga la suerte del Foro parece estar echada y que entre el PP y tanto emergente es difícil sobrevivir sin una figura que tenga peso electoral por sí misma. Pero el movimiento es extraño. La probabilidad de éxito, con la coronación de Cherines, era realmente baja; y el trozo de pastel que le podría tocar a Foro cabe pensar que sería pequeño. A cambio de tan improbable y pequeño premio, el movimiento hacia el PP supone dos evidentes infortunios.
El primero  y principal es que quema buena parte del discurso del Foro. Foro se presenta a la sociedad con cinco características políticas: 1. es un partido conservador; una parte de su política (la educativa, por ejemplo) se explica por su ideología, pero no toda; 2. es un partido de ámbito asturiano sin lealtades debidas a cúpulas foráneas; 3. es un partido limpio; aunque Cascos tenga su mochila llena de los peores contrabandos, el partido se nutrió con gente políticamente poco estimulante, pero inocente; 4. es un partido con cierta transversalidad ideológica; se pretende que el asturianismo y el regeneracionismo tengan más jerarquía que la ideología; 5. es el partido que venía a romper el acuerdo tácito que mantenía en una posición predeterminada, constante y comodona a cada partido en Asturias (menuda vidorra de perdedor llevaba Ovidio). El apoyo al PP sólo deja en pie la primera de las cinco credenciales y, para partido de derechas sin más, ya está el PP. ¿Con qué cara podría insistir el Foro en el pacto del duernu a partir de ahora? ¿Qué queda del discurso reivindicativo en el que Rajoy era enemigo de Asturias? ¿Podrá seguir insistiendo Moriyón en su “afinidad” con Podemos y Ciudadanos como partidos del “cambio”?
Y el segundo infortunio es que obliga a movimientos en la izquierda que no se hubieran producido si no hubiera habido empate. Tal vez el Foro encuentre graciosos esos movimientos, porque en verdad lo son, y tal vez quiere desaparecer de la política asturiana como se hundían los músicos del Titanic, divirtiéndose. Cuestión de actitudes.
IU se metió en una situación difícil de justificar que empeorará cuando empiece a gobernar el PSOE. En la primera vuelta Llamazares no quiso votar la candidatura de Emilio León, y hasta le pareció una chiquillada por razones aritméticas: un frente de izquierdas tiene sentido sólo si es mayoritario y parecía preguntarse si en Podemos sabían sumar. Lo cierto es que cuando los demás sumamos 9 y 5 nos sale 14, que el PP pasó a segunda vuelta con 11 votos y que una negociación del PSOE con un frente de izquierdas de 14 diputados es muy distinta de una negociación con un grupo de 5 diputados. Si de las cifras pasamos a las ideas, el entendimiento con Podemos es plenamente coherente con la oferta electoral de IU: ¿no insistían y siguen insistiendo en hacer candidaturas conjuntas con Podemos? ¿Alguna vez, en cambio, IU se planteó ir en listas conjuntas con el PSOE? ¿A qué vino entonces tanta equidistancia entre PSOE y Podemos en primera vuelta?
Y sólo en primera vuelta. En segunda vuelta se rompió esa equidistancia. Ahora sí votan al candidato socialista sin mayoría de izquierdas. Y ahora sí que parece que se olvidó Llamazares de sumar: 14 más 5 salen 19; con esos diputados no hay mayoría para gobernar. ¿Dónde queda aquella condición de apoyar sólo acuerdos de izquierdas mayoritarias? Si la prioridad es parar a la derecha ahora, ¿por qué no lo fue en primera vuelta, cuando podía pararla votando a Emilio León? ¿Y qué va a hacer IU cuando Podemos niegue su apoyo al Gobierno, por ejemplo en los presupuestos? ¿Va a abandonar el barco otra vez, como en esta legislatura? ¿Va a acentuar su imagen de chacha del PSOE levantando la voz a Podemos y pidiéndoles cordura y altura de miras en nombre del gobierno de izquierdas? Muy mal sumado, señor Llamazares.
Un pacto de izquierdas con el PSOE supone una negociación inevitablemente áspera. A estas alturas ningún regeneracionismo es creíble proyectado sólo hacia el futuro. Para ser creíble debe incorporar actos de desafección explícita con lo ocurrido y con sus protagonistas, responsabilidades incluidas. No hay regeneracionismo en Asturias que no pase por una crítica severa a estas décadas de socialismo. Las anécdotas de clientelismo, caciquismo abierto, ilegalidades y corrupción son interminables. Hay pendientes procesos escandalosos. Lo que hace la corrupción estructural no es que la mayoría de los socialistas sean corruptos, sino que la mayoría conviva sin sobresalto con la corrupción de algunos. No se percibe malestar interno en el PSOE por tanto desarreglo. Desde el punto de vista político, en las consabidas materias de educación, sanidad y atención a los mínimos vitales de quienes menos tienen, la política del PSOE estuvo siempre justo a la izquierda de Esperanza Aguirre, nada más.
Lógicamente, el PSOE no se sintió cómodo negociando con Podemos porque, dijo, su argumentación es muy agresiva con los mandatos socialistas. Pero cómo no han de salir estas cosas en una negociación con el PSOE. Por eso la negociación con el PSOE es laboriosa e incómoda. Se negocia porque se acepta que hay en él suficiente fibra progresista, pero es difícil negociar sin recriminarle y ofenderle. Javier Fernández arruga la cara cuando intentan darle lecciones de moral, porque sigue sin asumir que el PSOE es la mitad de lo que era. No hizo los deberes para un pacto porque no asimiló bien su verdadero tamaño. Y ahora el apoyo blando de IU le hace creer que sigue estando en condiciones de exigir que el pasado del PSOE no se toca. Y por lo mismo creerá que puede gobernar con 19 diputados.

Gaspar Llamazares parece haber rehuido desde el principio remangarse de verdad la camisa. Prefiere una negociación que no remueva tantas cosas como quiere remover Podemos, una negociación habitual, trillada, sin ofender al PSOE ni pedirle que se duche. Que la estrella del regeneracionismo en la tierra de la fortuna de Villa y el Musel de los prodigios sea la ley electoral parece una broma. No hay camino fácil en la política asturiana enfrentándose al PSOE, sea el enfrentamiento una negociación dura o una oposición firme. La actitud de Llamazares hasta ahora parece indolente y hasta perezosa. Por ese camino él acabará en el Senado e Izquierda Unida en el recuerdo.

lunes, 13 de julio de 2015

Con un farmacéutico hemos dado, Sancho

El Tribunal Constitucional reconoce a un farmacéutico de Sevilla su derecho a decidir si debe quedar embarazada una mujer que no quería quedar embarazada. Esta decisión, que ampara su derecho a no dispensar la píldora del día después por objeción de conciencia, es un triple recordatorio: de que hay que cambiar la Constitución, de que hay que cambiar la forma de nombrar el Tribunal Constitucional y de que hay eliminar de nuestras leyes las referencias a y de confesión religiosa alguna.
Hay dos convencimientos sociales ampliamente extendidos que son la cal y la arena de la necesaria desvinculación de nuestras leyes de los dogmas religiosos. Por un lado, es general el convencimiento de que el estado debe ser, sin más, laico. Por otro lado, y en sentido opuesto, es general la actitud de que deben ser motivo de excepción y respeto singular aquellas conductas dictadas por credos compulsivos. El Rector no podría faltar a un funeral en la capilla universitaria simplemente por no ser creyente, pero sí por ser musulmán. No es educado pedir una comida diferente a la que se nos ofrece, pero sí si es que somos veganos o de religión judía. Curiosamente, si la conducta es dictada por un credo compulsivo se hace acreedora de trato excepcional. Si es la razón o la preferencia templada lo que nos mueve, mereceremos un escrutinio más severo.
De poco sirve que las leyes sean aconfesionales o laicas (me aburren los matices; simplemente que no tengan que tener la bendición de los obispos), si después es legal contravenirlas cuando los obispos digan que no valen. Porque en eso consiste básicamente la objeción de conciencia: en que sea legal desobedecer una ley cuando haya una norma religiosa que choque con ella. No se dice así en ningún texto. La palabra “religión” o sus derivados suele ir acompañada por otras expresiones como “conciencia”, convencimientos “éticos”, “morales” o “humanitarios” para que parezca que hay varias razones para la objeción de conciencia. Pero en realidad, conciencia, moral o imperativos éticos sólo tienen los creyentes. No hay razonamiento o adscripción ideológica que le dé a uno la libertad de incumplir una ley; tiene que ser una religión. Por eso la objeción de conciencia a la que tienen derecho los médicos, y según parece los farmacéuticos, consiste sencillamente en que incumplan la atención legalmente debida a una mujer que quiere abortar si el aborto es contrario a su religión (¿qué memez es esa de “la concepción que profesa [el farmacéutico sevillano] sobre el derecho a la vida”?).
El tema no es tan complejo como parece. Simplemente no debe haber objeción de conciencia nunca para ningún tema. Absolutamente ninguno. Esa figura es la puerta de atrás por donde entran en la legislación los inciensos episcopales. Hay religiones o credos que prohíben matar o usar armas en cualquier supuesto imaginable (la película aquella de Harrison Ford popularizó el caso de los Amish). Y hay religiones que prohíben expresamente las transfusiones de sangre. ¿Sería complicado el caso de un policía que fuera de los primeros o de un cirujano que fuera de los segundos? Francamente no. Es obvio que quien se niegue a usar un arma en cualquier supuesto no puede ser policía ni quien se niegue a transfundir sangre puede ser cirujano. Así de simple. Y el que no esté dispuesto a atender a una mujer en todas las circunstancias en que la ley le da derecho a ser atendida simplemente no debe ser ginecólogo o farmacéutico. Y por cierto ¿qué podemos pensar de esas comunidades autónomas, en plural, donde el cien por cien de los ginecólogos es objetor? ¿Es posible tal unanimidad sin coacción organizada? ¿Alguien está investigando esto?
La sentencia de sus eminencias constitucionales dicen que Sevilla es grande y que habrá más farmacias que la del héroe. Ya conocimos este tipo de bromas en Gijón con los colegios concertados. Cuando UGT recurrió que se concertase un colegio del Opus Dei porque sólo admitía a chicas (hablamos del mundo antes de Wert), la sentencia fue que era legal que lo pagase el Estado entre otras razones porque hablamos de una población donde hay más colegios y escuelas para elegir. Pero curiosamente cuando la Consejería se negó a concertar un aula de infantil más para otro colegio concertado de la ciudad, las lumbreras jurídicas dieron la razón al colegio y obligaron al Principado a concertar (es decir, a pagar) esa aula porque no habían especificado a qué colegios del entorno se adscribirían cada una de las plazas del aula en cuestión, a ver si por no concertarla iba a haber niños por ahí sin escolarizar. Para dar la razón al colegio del Opus que no admitía a varones, nadie exigió que se especificara dónde iría cada niño que no pudiera entrar en aquel colegio de niñas, simplemente que la ciudad era grande y alguno habría. Pues ahora el constitucional repite el chiste con el farmacéutico invicto de Sevilla. Y a la mujer que había tenido sexo porque le había dado la real gana y no quería arriesgarse a un embarazo porque no le daba la real gana le toca peregrinar en buscar de algún profesional que profese no sé qué otra concepción del derecho a la vida, o como se diga.
Zapatero ya tuvo la mala ocurrencia de inventarse un Comité de Bioética para dar al Gobierno informes sobre los temas legales que pueden suscitar conflictos éticos. No habrá dictámenes éticos sobre los toros o sobre la supresión de becas. La ética en política siempre será bioética porque sólo hay “complejidad” ética en los temas en que la Iglesia tiene doctrina y la Iglesia sólo tiene doctrina donde puedan anidar las emociones con las que trafica, el miedo y la culpa. La culpa sólo cabe si nos convencemos de que hay algo malo en nosotros que requiere indulgencia. Y, aunque no soy experto en el tema, sospecho que a todas las religiones les pasa lo que a la católica, que las mujeres llevan consigo más malignidad y hay más asuntos de su incumbencia sometidos a juicio moral que en el caso de los hombres. El incidente de Sevilla tiene que ver con la aceptación oficial de que aquello que sea motivo de dogma religioso automáticamente se convierte en éticamente delicado, como si no lo fuera la ley mordaza, por ejemplo. (Y, por cierto, menudo informe hizo ese Comité, ahora con miembros nombrados por el PP, sobre la ley nonata de Gallardón. Llovían los términos biológicos sobre el aborto como los del Comandante Spock sobre la física.)

Terminamos por donde empezamos. Hay que sacar del caso de Sevilla la enseñanza que contiene: hay que cambiar la constitución, hay que desparasitar el Tribunal Constitucional y hay que liberar a nuestro sistema legal de imperativos religiosos. De una santa vez.

martes, 7 de julio de 2015

Asturias postelectoral

Extraña sesión de investidura la de Asturias. Nadie tenía mayoría ni acuerdos con nadie. Nadie intentó convencer a nadie y ni siquiera sorprender con algo nuevo. La actitud allí en la tribuna recordaba a la que tiene la gente que coincide en un ascensor. Por la invasión del espacio íntimo, la gente en un ascensor se evita la mirada, manipulan sin sentido el reloj y miran hacia arriba o hacen estiramientos de cuello extraños. Allí en la Junta todo el mundo se ponía de perfil intentando no coincidir ni rozar con nadie. Extraña sesión que deja el gobierno en el aire y cuestiones para la observación.
Llamamientos a la unidad de la izquierda. Ya teníamos los amores de la izquierda en tres sabores. Gijón dejó el desencuentro más traumático, que mantuvo a Foro en el gobierno. Oviedo dejó el idílico entendimiento con generosidad de unos y gratitud emocionada de otros. Y el empate del Principado dejó la imagen del próximo futuro, que es el PSOE y Podemos con las espadas en alto y rugiéndose. En Gijón, XSP cometió un grave error. Se equivocó porque no se puede rechazar al PSOE por principio, dado que la tendencia es que nadie en la izquierda llegue al poder sin un acuerdo entre PSOE y Podemos. Y se equivocó porque no dieron más explicación sobre sus discrepancias de programa que una acumulación de eslóganes. Pero no nos conformemos con señalar a XSP.
Cabe pensar que que arreciarán estas próximas horas llamamientos al entendimiento de la izquierda y que después se multiplicarán manifiestos de aquí a noviembre. Ese entendimiento solicitado suele acabar consistiendo en la obligación de los demás a apoyar al PSOE por el valor supremo de evitar gobiernos de derechas, sin que se reclamen también a él obligaciones claras. Cualquier manifiesto que pida la unidad de la izquierda debe añadir algunas líneas a su prosa habitual que dejen nítidos algunos deberes para el PSOE. Tres deberes fundamentales. El primero es la repulsa creíble de la corrupción, que implica necesariamente el distanciamiento explícito de políticos asociados con períodos de desmanes. Lo hizo Cristina Cifuentes señalando con el dedo y por su nombre a Esperanza Aguirre. Lo hizo Felipe VI dejando a su hermana sin títulos. Y lo debe hacer el PSOE censurando explícitamente a cuantos Areces haga falta y dejando de convivir con placidez con casos como el de Villa o el Musel, que no les provocan el menor sarpullido interno. El segundo es la despolitización de las instituciones y servicios con leyes parecidas a las que impiden esta lacra en otros países. Y el tercer deber es el compromiso con las políticas efectivamente de izquierdas aquí y en los organismos internacionales.
IU en Asturias nunca exigió al PSOE nada de esto. Y sigue sin hacerlo. Llamazares no quiere alejarse del PSOE por acercarse a Podemos. ¡Qué diferencia antes y después de las elecciones! Señalaba en este periódico Xandru Fernández que de 66 tuits que Llamazares publicó en 7 días, 44 fueron hacia Podemos y sólo 2 fueron críticos con el PSOE. XSP no convenció en Gijón, pero Llamazares cada vez se explica peor en el Principado.
Ahora el Principado. No creo que Podemos tenga obligación moral de pactar con el PSOE por la unidad de la izquierda, pero sí la tiene para evitar otras elecciones. Es difícil saber cómo asimilaría la sociedad asturiana semejante alarde de incompetencia. Al PSOE le corresponde en estas horas ir más allá de sus líneas rojas para convencer a Podemos. Y a Podemos cintura de contorsionista por una responsabilidad con Asturias mayor que la unidad de la izquierda. Lo del Foro parecen ganas de enredar. O a lo mejor creen que les va a llover otro Gijón del cielo. Lo cierto es que lo único que tienen es Gijón y muy en precario. Que cuiden bien que el abrazo de Coto y Cherines no acabe siendo el abrazo del oso para Moriyón. Y vaya carrerón que lleva Javier Fernández. Primero quiere poner patas arriba a Oviedo y Ana Taboada le pinta la cara. Y ahora jugó al Llanero Solitario y acaba teniendo que negociar en rebajas.
Sus sueldos. Parece que 1900 euros de sueldo para sus señorías es pura demagogia. En este espacio recordé que de año en año aumentan los profesores de media jornada con 800 euros de salario. Apetece apurar la demagogia y decir que si un trabajo como el de la enseñanza, cualificado como el un ingeniero o un juez, se despacha con 800 euros, no ha de haber diputado que gane más de 1900. Pero lo que planteó Podemos es más estructural y consiste en relacionar el sueldo de los parlamentarios con el salario mínimo. Si tres veces el salario mínimo es poco, discutamos si debe ser cinco veces más, pero aceptemos el principio de que, por aquello de dar ejemplo, no puedan subir su propio sueldo sin subírselo al que menos cobra. ¿Tan gracioso es como para merecer la condescendencia de Lastra y el hastío de Llamazares? ¿Es raro que pregunte Daniel Ripa por qué la Junta aumentó su presupuesto esta legislatura, cuando se redujo el de todo el mundo? ¿Cuánto ganan en dietas y por hacer no sé qué en comisiones? Si hay más asesores que diputados, ¿se puede saber a qué se dedican los diputados? Si el señor Lastra cree que lo que ocurre es que Emilio León, como todos nosotros, no entiende cómo funciona la Junta, ¿cree que no tiene que dar explicaciones para que lo entendamos todos? Ojalá Emilio León mantenga su postureo y Llamazares se levante de la siesta.
Derecha en Gijón y el Principado. El PP en Asturias es como esas canicas que se oyen siempre en el piso de arriba sin sentido y sin consecuencias. Cherines es la digna representante de su irrelevancia. Su afirmación solemne de que ella es una rebelde, hecha sin entonación ni expresión, merece sin duda el premio al Gran Sonrojo de la sesión. El Foro en la Junta es como un rabo de lagartija agitándose ya sin cuerpo. Ahora enredan entre los dos para ver si consiguen otras elecciones. Qué rebeldía, cuánto alzamiento.
En Gijón el gobierno del Foro cayó como una tonelada de hormigón en los pies de la ciudad. No quedó más movimiento que la inercia apagada de tiempos pasados. En esta legislatura los primeros pasos de Moriyón parecen ser distintos. No cabe esperar ideas o iniciativa donde nunca las hubo, pero sí un cambio forzado de actitud. Ahora parece querer flotar sobre el magma izquierdista mayoritario. Habló en pocos días de gastos sociales más que en toda la legislatura anterior. E hizo un par de gestos de apertura, que en realidad son obviedades. Uno fue el de abrir la representación en las empresas municipales. Habían copado ellos y el PP esa representación y no llevaban al Pleno más temas que los que les apetecía (como antes las corporaciones socialistas). Ahora dice que dejará de abusar. Qué remedio. El otro gesto fue renunciar a su proyecto estrella de soterrar la circulación del Muro. Otra obviedad. La ocurrencia electoral después de cuatro años de atonía había producido ya todo tipo de gracietas en la parte risueña de Gijón e irritación por la enésima tomadura de pelo en la parte más circunspecta. Claro que tiene que abandonar esa broma. Extraño puzle el de Gijón, donde todo el mundo jugará sólo a no despeñarse.

La legislatura se anuncia, pues, gris en Asturias. El partido más votado se había acostumbrado a bajar en cada elección y ya no notaba la sensación de descenso. Ser menos pequeño que los demás parecía bastarle. Pero ya es demasiado pequeño y acumula demasiadas malformaciones para ser un socio cómodo. Urge su refundación.