domingo, 29 de marzo de 2015

Andalucía: elecciones, digestión y reflujo

En los encuentros donde hay que llegar a algún acuerdo y cada interlocutor tiene sus propios intereses, una de las habilidades dialécticas más ventajosas es la de saber dar fin a la reunión. A medida que avanza una reunión así, en distintos momentos van siendo distintas las posibilidades que parecen ganadoras. Los posibles desenlaces, lo que el Telediario llamaría distintos “escenarios”, se van sucediendo como un magma lento. Es cuestión de tiempo. Las posibilidades no dejan de desplazarse pesadamente de una a otra. Si cuando esté sobre la mesa la que nos es favorable somos capaces de hacer ver a los demás que la reunión termina ahí, saldrá el resultado que queríamos. Sólo hay que esperar y parar el proceso en el momento adecuado. Cosas curiosas del mundo real.
En Andalucía, como en el resto de España, la situación política no se está quieta, fluye y cambia de forma. Susana Díaz entendió que el PSOE estaba mal, pero que en todas las evoluciones posibles el PSOE sólo podía empeorar. El PP con un líder indemostrable y una gestión en Madrid indefendible ni estaba bien ni iba a mejorar, pero quién sabe. Podemos con el tiempo sólo podía hacerse más amenazante. IU en ningún caso iba a poder con el envión de Podemos y lo de Ciudadanos era cosa de la prensa y el PP, nada que tuviera que ver con ella. Así que como buena jugadora de reuniones entendió que ahí había que parar la legislatura, que el actual era el mejor “escenario” que se podía permitir.
Lo que hizo al convocar elecciones fue una maniobra. En política debemos entender que una maniobra es cualquier acción de cierto alcance que oculta sus verdaderos objetivos y que tiene que ver con la ocupación del poder más que con la gestión de los asuntos públicos. Las maniobras son necesarias porque una parte fea pero inevitable del ejercicio del poder es mantenerse en el poder y no se alcanza el poder sin maniobrar. El talento de los maniobreros es un talento necesario. Lo que no nos gusta de los maniobreros es que sólo sepan maniobrar. La gente que sólo sabe hacer eso tiende a gestiones abundantes en maniobras y pobres en actitud de servicio. Y una sobrecarga de maniobras es siempre un exceso de opacidad para el ciudadano corriente.
El talento maniobrero de Susana Díaz se le suponía. Ya se repitió y se seguirá recordando que es un típico ejemplo de militante de casta que no hizo nunca ningún trabajo más que el de ser militante. No de ser política. De ser militante. El talento que se educa en el caldo gordo de los aparatos de partidos es el de la maniobra. Y el adelanto electoral lo fue. La situación de Andalucía no es ahora más estable que antes, cuando tenía los mismos diputados y el apoyo desganado y gruñón de IU. Es cierto que no es concebible que todo lo que no es PSOE se fusione en una mayoría de gobierno. Pero sí es posible que, cada uno por sus motivos, se mezclen y sumen en una mayoría de bloqueo y que Susana Díaz se encuentre con más problemas para gobernar de los que tenía antes; y más si tenemos en cuenta que vienen más elecciones y que nadie quiere ir a ellas cargando con el mochuelo del PSOE andaluz y sus EREs.
Lo que consiguió Susana Díaz no es estabilidad. Le dio un zarpazo al PP y cogió con el paso cambiado a un Podemos que estaba en proceso de formación. Y además ganó peso, y de qué manera, dentro del PSOE nacional. Todos son objetivos no confesados y todos ajenos al bien común. Todo pura maniobra. En realidad el PSOE tuvo los resultados más bajos de su historia en unas autonómicas andaluzas. Más bajos que en las últimas elecciones, donde había tocado fondo. Pero así están las cosas. Bajar un poco por debajo del fondo cuando tu rival se despeña y la nueva fuerza amenazante “sólo” quintuplica sus resultados europeos es todo un éxito. Sin ironía. Es todo un éxito.
Tras años zambullidos en la nada, este es el tercer empujón anímico que tienen los socialistas. El primero fue la intervención de Pedro Sánchez en el debate sobre el Estado de la Nación. Llevaba tiempo el PSOE haciendo de marca blanca del PP para mantener la monarquía, la ortodoxia y el régimen. Y, en el colmo de la bobería, no parecían tener más energía que la que empleaban para hacer de oposición de Podemos. Sánchez en el Debate hizo lo único que pueda dar visibilidad al PSOE en los tiempos del cólera: subrayar sus desacuerdos con el PP y hacer oposición a quien gobierna, no al aliento que sentía en la nuca (¡y lo que se enfadó Rajoy por despertarlo de la siesta!). El segundo fue el nombramiento de Ángel Gabilondo como candidato por Madrid. El aplauso que sonó cuando citó a Kant no indicaba un ansia colectiva repentina por la crítica de la razón pura. Era puro alivio, el alivio por oler algo de inteligencia traída de fuera del aparatón entre tanto gañán endogámico. Y el tercero es esta foto favorable que consiguió Susana Díaz con su maniobra.
Podemos entra en el nuevo parlamento con fuerza, pero sin arrollar, lo que quizá decepcione a sus hinchas y aliente alguna bravuconada de los señalados como casta. Podemos todo este tiempo fue eficaz, entre otras cosas, en inyectar optimismo y certeza de victoria. Es el reverso de IU, que siempre olió a perdedora. El pedrusco de Cayo Lara dice que por pureza de principios. Por tal cosa se puede ser minoría eternamente. Pero ser irrelevante siempre sólo puede ocurrir por ineficacia. El dial de Podemos es delicado. La moral de victoria tan movilizadora es también lo que puede dar lugar a la decepción. La hinchada debe saber que los cambios políticos, como los cambios de peso, no son reales si son instantáneos.
En realidad las tendencias se mantienen y se siguen apuntando. Se dobló el número de votantes que ya no votan a PP ni PSOE, por lo que el desgaste del bipartidismo sigue su curso. Fuera o no la esperada, la entrada de Podemos es significativa y el impacto que pueden lograr desde las instituciones, y más en un feudo como el andaluz tan necesitado del regeneracionismo radical representado por Podemos, puede ser muy notable. Pero no olvidemos que Susana consiguió hacer una foto fija en lo que era un proceso y que la proyección del principio de Heisenberg a la comunicación pública dice que no se puede reflejar la realidad sin afectarla. No se puede saber ahora cuánto afectará a las próximas elecciones la maniobra de Susana Díaz.

Las posibilidades de un cambio político relevante en España no mejoraron. Pero tampoco parece que hayan retrocedido. El PSOE tiene la moral más alta (no hace tanto que los propios militantes sentían que el partido caminaba a su descomposición). Y el PP parece desnortado, de tanto Montoro escondido, tanta Esperanza como un hueso atravesado en la garganta y tanto olor por todas partes. El PSOE ya lanzó su arma principal. Veremos las réplicas.

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