viernes, 30 de enero de 2015

Río griego y salpicaduras ibéricas

Si el tiempo se parece a un río, el caudal de la actualidad son aguas que van a velocidades distintas y a veces en sentidos distintos. Lo que se dice aguas revueltas. Basta mirar la foto y el momento del gobierno griego. Algunas aguas son rápidas y huelen a futuro y vanguardia. Europa no puede estar hecha de piezas tan asimétricas con reglas de juego tan desiguales para unos países y otros. Y no puede ser un espacio donde grandes cantidades de personas estén sin luz y la vejez sea para muchos pobreza severa porque sean prioritarios los beneficios de los fondos buitre que especulan con la deuda griega. El planteamiento que el gobierno griego llevará a Europa sobre su deuda es agua rápida, es progreso y avance. Y es análisis: hasta su acercamiento a Rusia dibuja al vacío el despiadado momento ideológico y social de Europa.
El mismo caudal griego lleva también aguas lentas, casi estancas, si miramos lo poco que avanzarán las relaciones de la Iglesia con el Estado. El derechista y ultracatólico ANEL se encargó de que esa parte del caudal siga oliendo rancia y a pasado y que el Estado siga sin emanciparse de la Iglesia Ortodoxa. Esto podría no ser una cuestión menor. Grecia tiene el punto crítico de su gestión en la negociación de la deuda. Tiene todo el derecho a negociarla, pero por eso tiene también la obligación de explicar sus gastos. Muchos deseamos que el gobierno griego diga alto y claro que no es justo pagar toda la deuda a los especuladores mientras los enfermos pierden la asistencia y los ancianos se mueren en el desamparo. Otra cosa será pretender una quita de la deuda, mientras la Iglesia sigue sin pagar impuestos por sus ganancias, siguen sin tributar los solares donde haya construida una iglesia y se siguen dando grandes cantidades de dinero del Estado a la Iglesia. Resultará algo chocante que sólo la iglesia griega sea ajena a los costes de la deuda griega.
Y, si hay partes del río griego que corren rápido y alguna que remolonea y se estanca, no faltan aguas que van hacia atrás en el tiempo, con más propensión al pasado que al presente. El que no haya mujeres en el Gobierno tampoco es una cuestión menor, ni es un descuido. Es lo que hay. Grecia es uno de los países europeos con menos presencia de mujeres en puestos de mando. No hay ninguna ley que intente regular ningún aspecto de la desigualdad de sexos. El programa de Syriza no recoge ninguna iniciativa. No es un desliz. Así es en este momento la sociedad griega y así es Syriza. La desigualdad de sexos es desigualdad entre personas y ninguna forma de desigualdad es calderilla. En un país de negros y blancos con discriminación racial, no es un asunto menor que un gobierno sea sólo de blancos. Y en un país que se destaca por la desigualdad de sexos tampoco es menor que todos los miembros del Gobierno sean varones.
Sea como fuere, el caudaloso río griego salpica a nuestra piel de toro. El PSOE y el PP tuvieron claro que lo fundamental de las elecciones griegas era que Grecia no era España y que Syriza no era Podemos. El análisis de los socialistas era un poco más profundo y añadió que el PASOK no era el PSOE. Y empezó a gobernar Tsipras y desde el primer día era como si Grecia fuera España y Syriza fuera Podemos.
Nada más verse la foto y cerrarse el pacto de gobierno, Susana Díaz respiró aliviada: un gobierno sin mujeres, un partido que pacta con la derecha nacionalista y católica, dijo mirando la foto griega y señalando a Podemos, como si después de todo Grecia fuera España y Syriza fuera Podemos. Susana es una política de casta, en el sentido del DRAE y en el otro. Fue calificada en el ABC con mala uva como “catedrática en maquinaria interna” y es la quintaesencia de esa clase política tan denostada en la opinión pública y tan señalada por el dedo populista y bolivariano: no tuvo más oficio que la militancia, a duras penas acabó hace poco su carrera; acaba de nombrar para la Diputación Permanente a dos ex-consejeros investigados por los EREs, para que sigan aforados (qué gracia cuando decía Felipe González sobre Juan Carlos I que el aforamiento no era un privilegio), con lo que el partido sigue cómplice con la corrupción; acaba de nombrar a un militante y subordinado suyo para ocupar una poltrona en la Cámara de Cuentas, con lo que el partido mantiene la colonización parásita de instituciones de control que deberían ser independientes. Y tiene un problema de olfato parecido al de Esperanza Aguirre. Las dos llevan tiempo rodeadas de podredumbre y ninguna la olió. Susana dice que el caso ERE le produce dolor y vergüenza. Es el tipo dato que reclama fecha: ¿cuándo empezaron exactamente esos dolores y cuándo la pudo el rubor? ¿Desde el principio o a medida que se fue sabiendo?
Así que, siendo tan dibujada por la palabra “casta”, dice que Podemos la ataca porque su padre era un humilde fontanero (hace unos días Javier Fernández decía que a él que lo registren, que su padre era electricista; ahora el de Susana es fontanero, qué suerte tienen de llegar al mundo justificados de antemano por la sencillez de sus padres). Y dice exultante en las redes sociales que Syriza no puso mujeres y pactó con un partido de derechas. ¿Quién necesita laminar a los corruptos y mantener independientes las instituciones fiscalizadoras en Andalucía si Syriza pacta con un grupo católico?
Las diputadas del PP también entonaron el venid y vamos todos cuando vieron la foto de varones del gobierno griego. La portada de La Razón se alborozaba por la retirada de capitales de los bancos nada más tomar posesión Tsipras. No, Grecia no es España ni Syriza es Podemos, pero quienes lo dicen festejan cada lunar griego, real o soñado, como si lo fuera. Hasta Esperanza Aguirre riñó a la presentadora de Antena 3 por hablar tanto de Syriza y hacerle propaganda. La condesa de la nariz selectiva y conducción creativa se enfadaba como si Syriza fuera Podemos.

Lo cierto es que, a pesar de los temores de la condesa Aguirre, Antena 3 no hacía propaganda de Syriza. Hablaba de Grecia porque mucho está pasando en Grecia y mucho de lo que pase allí nos afecta y nos importa. Europa se moldeará con su población a partir del caso griego o, a partir del mismo caso, acentuará su esclerosis. Si no somos Grecia, rimamos en asonante con ella y oiremos aquí el eco de lo que primero haya sonado allí.

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