domingo, 2 de noviembre de 2014

MATERNIDAD PASTEURIZADA E IGUALDAD EN DIFERIDO

Lo diferido está de moda. Todo lo arregla y todo lo apaña. Está que lo rompe. Lo puso de actualidad Cospedal con aquel finiquito a Bárcenas en diferido. Luego los gestores que hundieron esta y aquella Caja de Ahorros cobraron de golpe sus millonarias pensiones y ya llegaría la jubilación propiamente dicha a su debido tiempo, en diferido. O algo así. Arturo Fernández dimite de la CEOE madrileña por lo de las tarjetas, pero también en diferido. Dimitir ya dimitió, pero dejará el cargo cuando acabe su mandato. En una de estas el diccionario de la RAE empezará a sangrar. Con el desastre de la gestión del ébola, nadie se imagina que Ana Mato siga en su cargo (otra vez) ni el Consejero de Sanidad de Madrid (no recuerdo su nombre, porque siempre se le llama Consejero de Sanidad de Madrid; sólo recuerdo de él que está comido). Pero la emergencia era la emergencia y habrá que dejar pasar el período de dos incubaciones, hasta enero, para ser un país libre de ébola, libre de Ana Mato y libre del Consejero de Sanidad de Madrid ya comido. Porque, con la emergencia, la cosa de sus dimisiones quedaba en diferido.
La moda le viene a Rajoy que ni pintada. Él es un político rumiante, se traga las cosas sin digerir y deja que pase el tiempo. Cuando se ocupa de ellas, en realidad se ocupa de sus regurgitaciones, a veces ya agrias. No hay más que ver el tufo de descomposición que da la cuestión catalana. Así que él encantado con diferirlo todo mientras va al fútbol y lee la crónica del Madrid.
Ahora Apple y Facebook proponen a las chicas que congelen sus óvulos, se apliquen a las tareas de la empresa y se dejen de jugar a las mamás. La cosa no es que dejen de ser madres trabajadoras, sino que trabajen y lo de ser madres que lo hagan en diferido. Es la solución final para la conciliación familiar sin impuestos y sin leyes protectoras. Maternidad en diferido, para muchas regurgitada y agria.
Todo a cargo de la empresa y todo opcional, porque, como la ley interrupta de Gallardón, se hace por ellas y para ellas. Todos habremos leído en la prensa que hay ya vuelos que se ofrecen libres de niños, con un suplemento en el billete. Hay restaurantes con esa misma prestación, la garantía de que no hay niños. Y en los cruceros se ofrecen, previo pago, zonas libres de niños también. Pero no enredemos con las palabras. Lo que realmente se ofrece en esos servicios son zonas libres de madres. Y de padres, claro, pero seamos leales con la estadística y los hechos. Es una forma de hacerles ver que el no tenerlas delante se cotiza como un factor de bienestar, que entre los 25 y los 45 años, aparte de no ser contratadas por Mónica Oriol, molestan si van con pequeños alrededor (¿considerará Mónica Oriol, por cierto, que ella partió de cero y se hizo a sí misma?).
Apple y Facebook se ofrecen a congelar sus óvulos y pasteurizar su maternidad para ayudarlas en su trabajo, como Gallardón quería legislar sus entrañas para protegerlas de la violencia. La trampa es presentarlo como una opción, porque al no ser obligatorio parece respetable. Pero toda opción se basa en que con cada alternativa se pierde algo. Si una situación se presenta como opción, se presenta entonces como un estado en el que se perderá lo que ofrezca de diferencial la otra opción y viceversa. Así que ahora tener los hijos en las edades habituales es una opción cuya alternativa es diferir la maternidad para llegar a puestos apetecibles en el trabajo. Por tanto, tener hijos a las edades habituales es un estado en el que pierdes la posibilidad de llegar a puestos apetecibles en el trabajo. Es lógica elemental. En lugar de poner medios y leyes que ayuden a que las mujeres puedan seguir con sus vidas al tener hijos, desprotegemos la situación de la crianza diciendo que esa es una opción que tiene otra alternativa.
A veces parece que esta sociedad de multinacionales y Mónicas Oriol nos mira como se miraba en tiempos a las anguilas. Por su extravagante ciclo vital, se desconocía que las angulas eran sus crías y, como sólo se veían ejemplares adultos de anguilas, nadie sabía de dónde salían. Algo así debe pasar. Las Oriol y las multinacionales a lo mejor no saben que los niños son de nuestra misma especie y pensarán, como pensaba de las anguilas el alquimista van Helmont en el XVII, que los adultos son producto del rocío de las mañanas de mayo. De tal creencia vendrá su hostilidad con la crianza. Es una broma, claro. Lo que realmente no encaja en esta sociedad de multinacionales y herederas imperiales que se creen hechas a sí mismas es la mujer en el mundo laboral en igualdad de derechos que los hombres, con las ayudas y leyes que lo hagan posible.

Y es que la igualdad, como el resto del cielo, sólo se consigue por asalto.

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