miércoles, 12 de noviembre de 2014

Los terrores de Podemos y la buena noticia

Ya nos repusimos del estremecimiento por el payaso diabólico que nos pedía jugar con él desde el más allá por las esquinas de Gijón. Pero ahora resulta que se suceden los testimonios de gente que asegura haberse encontrado con dos encuestas que dicen, con voz de gemelas de El Resplandor, que puede ganar Podemos. Qué sinvivir. Si queda vida inteligente en el PP y en el PSOE, una hipótesis como cualquier otra, y si pueden pasar por encima de los cuatro terrores de Podemos, llegarán a la buena noticia y suspirarán aliviados.
El primer terror es Venezuela. Tuve un compañero que tenía quince dioptrías en cada ojo y libró la mili por pies planos. Así son las cosas. Compartimos continente, política y augurios con Grecia y Portugal, despojadas de manera inclemente de condiciones de vida y derechos. Pero, igual que mi compañero en vez de buscar su insolvencia para el ejército en sus ojos miopes se fue al otro extremo y alegó pies planos, así algunos en vez de mirar la cercana amenaza de Portugal y Grecia, saltan el océano y se van a Venezuela a proyectar sus miedos. Qué cosas. Nadie quiere para España lo que hay en Venezuela, pero sí hay muchos que están urgiendo que se instale aquí lo que ya hay en Grecia y Portugal. Seguro que con un mínimo esfuerzo podrán corregir el desenfoque de sus miedos.
El segundo terror es la deuda. Ya ganó el PP unas elecciones diciendo que no metería ni un céntimo público en bancos con problemas, lo que equivalía a no pagar la deuda. No debería armarse tanto revuelo. Ningún gobierno español dejará de pagar la deuda si pierde más haciéndolo. Pero ninguna Troika dejará de negociar los límites justos de la deuda si pierde más no negociando. Todos son pragmáticos y todo consiste en qué intereses se manejan, si los del país o los de unos.
El tercer terror es la insolvencia. Hay muchos pelos de punta y encanecimientos prematuros imaginando a Podemos con las riendas de la economía, los aeropuertos o el ejército. En la cosa de la incompetencia deberíamos estar curados de espantos. Qué puede venir más inane que Ana Mato de los Jaguares o un ministro del interior condecorando vírgenes y santos. La gestión de Guindos y Montoro, con todos los indicadores económicos peor que como los cogieron, asegura un suelo sólido del que es difícil imaginar que podamos bajar. La voz provocadora de Montoro y esa risa que, como el viento pardo de aquella Luvina de Juan Rulfo, se siente “bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos”, poco margen de empeoramiento deja a los modos y estilos de poder que puedan venir. Al poder nunca le faltó gente de estudio que su subiera a la pomada. Y al poder que venga tampoco le faltará.
Y el cuarto terror es el extremismo. En la cuestión del extremismo y la templanza tenemos la brújula averiada y tendemos a extraviarnos. No hay absolutamente ninguna medida que pueda hacer sufrir a la población (reducir pensiones, quitar asistencia médica, bajar salarios o cualquier otra) que no fuera recibida por la Troika como una “medida valiente” y que no suscitase el consejo de “profundizar” en el camino emprendido. Con la brújula de la moderación girando sin control, la atención a los enfermos, la educación pública o la jubilación de los mayores parecen extremismos ideológicos (“no se puede tener todito gratis”, ¿se acuerdan?). Sólo hay que leer dos veces lo que proponen unos y otros y tomarse cinco minutos, para que la brújula se recomponga y la templanza se deje ver donde realmente está.
Digo, entonces, que una vez sacudidos del pánico y mirando las cosas con serenidad, las encuestas deberían ser una buena noticia para un PSOE y PP inteligentes. Es general el convencimiento de que las instituciones del Estado no funcionan y que el moho de la corrupción, el encubrimiento, la mentira y la deshonestidad lo cubre y lo corroe todo. Nadie se fía de los dos partidos que se alternaron en el poder. La legislatura arrancó con un fuerte y súbito empobrecimiento de la gente y con un asalto devastador a sus derechos. Se sucedieron manifestaciones tensas y rodeos a las cámaras legislativas, la gente rugía indignación y se masticaba el enfrentamiento. Había señales de un conflicto social incontrolado.
Las encuestas dicen que esa indignación colectiva tiene un cauce político. Podemos no está convocando huelgas generales, ni siquiera manifestaciones o caceroladas. Está agitando foros de debate y creando círculos de discusión. No importa si nos parece que lo que se cuece ahí son ideas de alcance o memeces. La cuestión es que “el ruido y la furia” de las masas está en la política, en la discusión y en la movilización de propuestas. Las encuestas dicen que, salvo la cuestión catalana, en España todo está en la política y no fuera de ella en las trincheras. Lo que diferencia este final de legislatura de su arranque es que Podemos haya dado forma política a lo que se desmadejaba en el caos y que se haya convertido en parte relevante del sistema que viene.

Esto debería ser casi un estímulo para el PP y el PSOE, porque la política debería ser para ellos terreno más conocido y amable que el estallido social. Sólo tienen que curarse de sus terrores y, como el divino chalado de Blas de Otero, sosegar el revuelo de sus sinrazones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario