sábado, 26 de abril de 2014

Punto de disolución

[Columna del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
No sé qué mecanismos son los que hacen que ideas relativamente abstractas se asocien con una experiencia visual que no tiene nada que ver con ellas. El caso es que estos días atrás las noticias de la prensa nacional y la asturiana me vienen dejando en la retina la imagen de una cuchara revolviendo Cola Cao en leche fría, con esos grumos que no llegan a fundirse nunca y sólo se aíslan, se juntan, se separan y dan vueltas con la cuchara como juguetes rotos. Las noticias parecen harapos sueltos y cuesta formar una historia conjunta y coherente con todos ellos.
Ana Botella se descuelga poniendo a una calle de Madrid el nombre de Margaret Thatcher, a la que ya había dedicado una alabanza hinchada y simplona en su blog. Esgrime su condición de mujer (de “mujer mujer”, se supone) para cimentar tal devoción con el mismo desparpajo con que Esperanza Aguirre esgrime su condición de sexagenaria para atropellar motos. Botella parece uno de esos canijos que en el recreo se ponen detrás y bajo la protección del matón de turno para dar alaridos a sus rivales con impunidad. Ella quiere que la alaben y la critiquen por ser thatcherista, quiere ser alguien a base de ponerse a la sombra de la gran dama (aquella dama que era de hierro ante una dictadura argentina moribunda, pero de algodón ante un Deng Xiaoping que la echó a ella y a su bandera de Hong Kong sin pestañear y llamándola vieja vaca; los que son fuertes ante los débiles pero quebradizos ante los poderosos no son de hierro, ni firmes, ni enérgicos; son inmisericordes y eso lo puede ser cualquiera).
Esperanza Aguirre destapa el tarro de la naftalina y los olores rancios para hacer de la patria, los toros y el cristianismo un engrudo capaz de infligir diez años de estreñimiento a cualquier persona cabal que tenga la desdicha de oír semejante bazofia. Entiéndase que todo es cuestión de contextos. Un crucifijo puede ser hasta para el no creyente, no sólo respetable, sino incluso entrañable. Pero, como digo, cuestión de contextos. Cuando la niña de El exorcista se masturbaba con él hasta ensangrentarse mientras daba la vuelta a la cabeza y hablaba con vozarrón de ultratumba, el crucifijo daba escalofríos. Y cuando el cristianismo hace con los toros la pasta nutricia de una españolidad vociferada de rompe y rasga, contribuye a la sensación de estar ante desechos de nuestra historia revenidos y en descomposición. Si Ana Botella busca la sombra de Thatcher para sentirse alguien, la sexagenaria debe andar buscando la de Felipe II o Torquemada.
Rajoy y de Guindos se sienten ejemplares con la economía española, según se puede leer. Alguien debería explicarles a ellos dos (no a Montoro, porque Montoro, como él dice, no tiene remedio) que alardear de bonanza en un país donde la gente sufre y no ve horizonte no da esperanza ni engaña, sólo insulta y escarnece; y que cuando además se anda por el ancho mundo postulándose como ejemplo y lección, la necedad llega al ridículo y ridiculiza a quien se representa. La deuda, que es nuestro verdadero colapso económico, siguió y sigue creciendo, la población está empobrecida o es abiertamente pobre, se redujeron todas las atenciones de un Estado cada vez más voraz de impuestos, se desprotegió a los que no se valen por sí mismos, echamos todos los días fuera de España a titulados y personal cualificado y seguimos reservando los salarios más altos para capillas y pesebres de leales y afines de medio pelo. Pero Rajoy y de Guindos sonríen como si ellos tampoco tuvieran remedio.
En nuestro Principado nadie puede formar una historia coherente con las noticias. Empezamos esta legislatura con un gobierno respaldado por PSOE, IU y UPyD con mayoría suficiente para hacer presupuestos de mínimos y administrar lo que quiera que sea esto. Como grumos de Cola Cao en leche fría, empiezan a revolotear cada uno por su lado sin fundirse ni mezclarse con nada que tenga que ver la situación y la vida de los asturianos. Ni se entendió la dejadez de Javier Fernández para mantener la mayoría inicial ni entendió nadie el juego de cuentavotos de IU y UPyD. Mientras las empresas volaban de Asturias, ellos seguían con sus jueguecitos internos, nos quedamos sin presupuestos y un buen día nos desayunamos con créditos extraordinarios tramitados por un acuerdo entre PSOE y PP. Ahora hay dudas de su legalidad y vemos en santa compaña a IU, Foro y UPyP, por un lado, y PSOE y PP, por otro. Como digo, grumos de Cola Cao girando en la taza y juntándose y separándose sin control y sin que los ciudadanos sepan quién los gobierna ni hacia dónde nos dirigen. Una ley para créditos extraordinarios no tiene el calado político de unos presupuestos y no tiene nada de particular que PP y PSOE lleguen a acuerdos, incluso a acuerdos amplios. Pero los acuerdos literalmente de gobernabilidad a los que lleguen PSOE y PP, incluso en Asturias donde al PP casi no se le ve la cabeza por mucho que estire el cuello por detrás de Cascos, tienen que formar parte de una estrategia común amplia debidamente explicada, con objetivos debidamente declarados. No podemos levantarnos cada día con mayorías que desaparecen, con compañías y apaños impensables en el momento en que la gente echó su voto en la urna y con un gobierno y un parlamento que parecen jubilados al lado de una obra, viendo como se desmorona el edificio.

Pero no hay por qué entender que toda esta sensación sean necesariamente negativa. Tal vez todo sean señales de que la evolución del régimen de 1978: una monarquía que ya parece un borracho pesado colgado del hombro, un estado autonómico lleno de costurones y zurcidos, instituciones de control sin arterias y petrificadas por parásitos de partidos, una clase política desecada que funciona como una oligarquía que flota sobre la población como el aceita flota en el agua, caciquismo y corrupción generalizados, listas cerradas sin control posible del electorado, la evolución de este régimen, digo, haya llegado al punto de su disolución, como si alguien le estuviera dando vueltas en una taza de leche. Tal vez todo este disparate esté anunciando un nuevo período constituyente. Quién sabe si uno de estos 14 de abril estrenaremos traje y descorcharemos algo.

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