lunes, 7 de abril de 2014

La idea infecciosa

[Columna del sábado en Asturias24 (www.asturias24.es)]
Si pensamos en Francia como una cama elástica, debemos imaginar a Marine Le Pen como una bola de billar que la deforma y hace que los demás partidos giren y tiendan a caer hacia donde está ella. Tras las municipales, Hollande se dejó resbalar inmediatamente hacia la hondonada que provoca Le Pen en la sociedad francesa y puso de Primer Ministro a Manuel Valls. Hollande no sólo describe un giro cuyo epicentro es Le Pen, sino que quiere que Francia lo note. El Frente Nacional no es la fuerza más votada ni su avance es más notable del que tuvo en otros momentos, pero tiene ahora más peso en el ánimo de los franceses y condiciona más el sesgo de los demás partidos. Cada vez es más difícil no definirse con respecto a los argumentos de Marine Le Pen, lo que quiere decir que ella incide cada vez en el temario político del país. Y cada vez es menos tabú para quienes no lo votan que el Frente Nacional ocupe puestos de poder.
Los partidos políticos normales están acostumbrados a ocupar un lugar en la tarta política, a pugnar ideológicamente con otros partidos y a hacer propuestas según el papel que se atribuyen en la situación. Izquierda Unida, por ejemplo, sabe que está a la izquierda del PSOE y que su papel no es gobernar ni ganar, y actuará conforme a ese espacio que cree que le corresponde y que presentará a la sociedad como necesario.
El Frente Nacional es uno de esos partidos heterodoxos, ajenos a la corriente principal y a las maneras acostumbradas, que se presenta enmendando la situación política en sí, no buscando un papel en ella. Se presenta contra la política del momento y los partidos existentes. Ocurrió algo así hace treinta años en Alemania con la entrada en escena de los Verdes. Con un grado de intensidad mayor o menor, en España conocemos partidos que aparecen de esta manera, como Vox, UPyD, Podemos y en Asturias hasta cierto punto el Foro. Por supuesto, no todos significan lo mismo. En la lista que acabo de espigar se mezcla aire fresco con hedores mefíticos, cada cual sabrá distinguirlos.
El factor de éxito de estos partidos no es su ideología ni su programa. Es difícil que un grupo nuevo vaya a competir seriamente con los partidos habituales porque convenza su programa de gobierno integral. El éxito de estos grupos se basa en Una cuestión central y su Idea sobre esa cuestión es el estilete con el que entran en el ánimo de la sociedad. Igual que hay restaurantes que se hacen famosos por su ventresca o por sus huevos estrellados y con tal reclamo hacen clientela para todo lo demás, así sucede que estos partidos consiguen presencia gracias a Una Idea básica. Los grupos de este tipo que tienen éxito lo tienen porque hay algún problema importante mal resuelto en un momento determinado, consiguen una formulación del problema con la que la gente se identifica y practican una movilización sobre el Asunto que la gente ve beneficiosa. De esta manera logran, además de votos, que muchos los perciban como una fuerza provechosa y así influyen en los programas y prácticas de los partidos que sí pueden gobernar.
La Idea de los Verdes en su día giró en torno a las cuestiones medioambientales en un momento en que la depredación de la industria alcanzaba un punto crítico. Siempre hay una carencia, alguna falta de respuesta a algo para que grupos así consigan influencia. Podemos no tendría la visibilidad que tiene ahora si no fuera por la fatiga y crispación que producen los partidos que se turnan en el poder. El discurso de Pablo Iglesias enlaza bien con la indignación general y Podemos parece más una plataforma que un partido, por lo que se percibe, por contraste con la espesura de los aparatos de los partidos, como una oxigenación del ambiente. La izquierda es más proclive a comprometerse con temas que con siglas y estos modos algo asamblearios, abiertos y con un aparato difuso encajan tanto con la actitud de la izquierda como con la réplica que mucha gente quiere a la esclerosis bipartidista.
La Idea de Vox enlaza con la crispación apocalíptica educada en los últimos tiempos por el PP con respecto al terrorismo. Se habló, con éxito limitado pero no inexistente, de humillación de las víctimas, de rendición al terror, de cesión a los asesinos y cosas así. El terrorismo se puede mezclar, con proverbial simpleza pero con eficacia, con la cuestión territorial. De esta manera se hará una mezcolanza de la firmeza ante el terrorismo con la desestabilización inducida por el independentismo y con la percepción de que el estado autonómico es un desorden y un despilfarro. Sobre esta base es difícil saber cuántos votos conseguirá Vox, pero podemos asegurar que muchos votantes del PP desearán que sean muchos. UPyD nació de una filiación distinta, pero quiere enlazar con emociones parecidas. No es una escisión del PP por la derecha, sino del PSOE por el éter. Pero el hartazgo de tanto estado dentro del estado y tanto despilfarro autonómico, en este caso mezclado con la revoltura por los privilegios del duopolio político, son la Idea sobre la que construyen. El Foro en Asturias se cimenta en la sensación de sucursalismo inane de los partidos asturianos. Lo que importó para su ascenso no fue el programa, sino su independencia del duopolio y la vaga idea de que con alguien muy conocido se pinta más en todas partes.
En Francia es especialmente crítico el problema no resuelto de la inmigración masiva y sobre ese problema el Frente Nacional introduce la Idea que lo hizo crecer. El gesto de Hollande fue poner como Primer Ministro al hombre duro de su partido con los inmigrantes. Los ministerios económicos y sociales no son más conservadores que los anteriores. Estos grupos ajenos al “mainstream” influyen siempre a partir de la Idea sobre la que se configuran. Hollande no quiso que un Partido Socialista más próximo a la extrema derecha, sino a la Idea que la extrema derecha introdujo sobre la inmigración: expulsión de inmigrantes y contención enérgica del fenómeno. Marine Le Pen no maneja referencias del fascismo europeo que hurguen en fantasmas y no practica un discurso “cruel”. A todos nos golpea la imagen de esos miles de africanos que se estrellan cada día sobre el muro, este sí de la vergüenza, con concertinas, pero ella no rehúye esa escena, sino que la exhibe como ilustración conmovedora del error europeo de atraer a “esos desdichados” adonde no pueden ser recibidos. Las ideas simples, inmediatas y de consumo rápido sobre temas inquietantes y complejos entran en una población desasosegada como hierro al rojo en la mantequilla. Y, como con la ventresca y los huevos estrellados, a partir del producto principal, de la Idea, se consumirá lo demás.
Murray Gell-Mann decía que la moda de la teoría del caos había llegado a convertir ese concepto en una idea infecciosa. Decía que cuando daba una conferencia y mencionaba algo de las estructuras caóticas, fuese de lo que fuese la conferencia, recibía felicitaciones por su estupenda conferencia sobre el caos. Los Verdes dejaron un poso saludable de su Idea infecciosa en la socialdemocracia, pero nada bueno cabe esperar de lo que el Frente Nacional está plantando en Francia. Se necesitará algo más que topicazos de ortodoxia para frenar la infección. Fue ilustrativo el favor que Ana Pastor le hizo a Le Pen entrevistándola en su programa, como ya analizó con buen juicio Pablo Batalla en este periódico. Hay cierto progrerío que forma su ideario por la postura que va tomando en los temas que hacen ruido en los medios o copan las conversaciones de café. Hace poco Pepa Bueno entrevistó brevemente a Montserrat Gomendio sobre la LOMCE y, pretendiendo presionar a la Secretaria de Estado, le reprochaba que hablaran de la mejora de la calidad y quitaran Educación para la Ciudadanía. Esta materia es irrelevante para la calidad educativa, pero es lo que fue noticia y motivo de toma de postura y sobre tal epidermis a veces la gente teje su idea de las cosas. Ana Pastor intentó enfrentar con Marine Le Pen una idea sobre la inmigración basada en el drama de las verjas, sensibilidad de ONG y charletas variadas de café. Ni el tema es simple ni Le Pen es calderilla política, por lo que la entrevista fue propaganda fácil y eficaz para el Frente Nacional.

Decía teatralmente el personaje Linton Barwick, el halcón republicano de la hilarante In the loop: “en la tierra de la verdad, amigo, el que tiene un solo dato es el rey”. No hay como concentrar la desazón de la población en la menor cantidad de datos posible y en la Idea más sencilla posible para conseguir combar la cama elástica y atraer hacia uno todo lo que se mueva. Y repitiendo el catecismo simplón del buen ciudadano no se aliviará el sobresalto de la gente.

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