domingo, 1 de septiembre de 2013

Hacia el ecuador de legislatura: el lecho de Procusto en un país de leyenda

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Empieza a haber aroma de paso del ecuador de la legislatura (para los despistados: aún no hace dos años que gobierna Rajoy). Y en los puntos intermedios de las cosas se mira hacia delante y hacia atrás. Hacia atrás, mirando lo recorrido, se va formando la leyenda. Y hacia delante nos espera el lecho de Procusto.
Procusto era un gigante revoltoso que seguramente se aburría. Por eso hacía que los huéspedes de su siniestra posada se acostaran en una cama que siempre acabaría siendo su justa medida: si el desafortunado viajero era más largo que la cama, le cortaba las piernas hasta ajustarlo al tamaño del lecho; si era bajito y más corto que la cama, lo estiraba y le descoyuntaba los huesos y tejidos hasta que tuviera el mismo largo que  el lecho. Al final la cama siempre era del tamaño justo de su ocupante. Todo era proponérselo.
Hacia delante, el Gobierno decreta que ahora toca salir de la crisis. Y será el final de la crisis, tan cierto como que los clientes de Procusto eran del tamaño justo del lecho que se les ofrecía. Todo es proponérselo. No estar en crisis consiste básicamente en decir que no estamos en crisis. La cuestión es manipular la información, torturar las palabras y ofender la inteligencia de los españoles (¡¿se le dan al juez los ordenadores de Bárcenas sin disco duro "en aplicación de la ley de protección de datos"?!) hasta donde haga falta para que dentro de dos años el Gobierno pueda decir que no hay crisis. Dentro de dos años se habrán moderado los "privilegios" de los trabajadores (comer tres veces al día, descansar los fines de semana y tener algo de vacaciones), la gente tendrá médico sólo cuando sean enfermos "sostenibles", estudiarán sólo quienes tengan dinero o sean muy listos (el que vea mala uva en la disyunción que repase la lógica simbólica), quienes trabajen tendrán sueldos de subsistencia y derechos predemocráticos, los que tengan algo de preparación practicarán la "movilidad exterior" y los muchos que no trabajen estarán presentes en las oraciones multitudinarias de Rouco Varela (los pobres serán la ocupación de la Iglesia y el Gobierno le fabricará los pedidos). Pero eso no será crisis. Los telediarios del Régimen y la prensa del Movimiento dirán (ya van diciendo) que dejan de estudiar por falta de becas chicas que usaban el dinero para operaciones de silicona y chicos que lo gastaban en botellón (¿o no están ya empleando el dinero de la comida en Twitter, sólo por protestar?). De esta manera al final de la legislatura el dinero de becas que se emplea "realmente" en estudiar será mayor que antes. Y los cursillos asistenciales donde acumularán al grueso de la clase media – baja serán estudios “diversificados” para quienes tienen otras “motivaciones” y miras, por lo que fracaso escolar, lo que se dice fracaso, no habrá, todo el mundo “estudiará”. Emigrar es irse fuera de ciertas fronteras. El portavoz de no sé qué del PP ya las amplió para que trabajar en Europa no sea emigración, porque europeos somos todos; irse a Alemania es “permanecer” en la UE, no emigrar. De un plumazo se reduce así la emigración en un noventa por ciento, pero se pueden ampliar esas fronteras lo que haga falta para que reducirla aún más. ¿Por qué no "Occidente", para que ir a EEUU no sea emigración, e "Hispanidad", para que tampoco lo sea ir a Chile? Seguramente muchos parados no constarán como parados, visto que trabajar regularmente se va presentando como un “privilegio” que habrá que ir templando. Los enfermos sin atender y los expulsados de sus viviendas serán tachados de activistas y gritones. Ya van haciendo en Madrid planes piloto (la expresión es de ellos) para desaconsejar la contratación de parados de larga duración, porque, al no cobrar ya subsidio, su contratación no ahorra dinero. Todo será sostenibilidad y eficiencia. A base de hachazos, silencios, deformaciones y autoritarismo lo que sea este solar nuestro no será crisis. Todo es proponérselo, como Procusto, y el Gobierno ya decretó que salimos de la crisis.
Y hacia atrás, la leyenda. Leyendas, mitos, hay muchos y muy variados. Pero así sean los dioses del Olimpo o los Jedi de la República Galáctica, todos tienen en común el sabor a pasado y la inconcreción temporal. Todo es hace tiempo, pero nunca se sabe de qué época se habla exactamente. El pasado político de España es ya legendario, de tan confundidas que están las fechas. Los datos están tan bailones en el calendario que yo diría que Zapatero es ya un personaje de leyenda. Rajoy nos dice y nos repetirá, y los voceros derechones glosan sin desmayo, que ya nadie habla de rescate en España, de lo bien que lo está haciendo Rajoy. Pero es que NADIE HABLABA DE RESCATE CUANDO LLEGÓ ÉL AL PODER. En el lejano 2011, hace mucho mucho tiempo, se decía que no eran imaginables más intervenciones que las que estaban en curso a Grecia, Portugal e Irlanda. Es más, existía la teoría de que las demás economías europeas no eran rescatables porque eran demasiado grandes. Ni siquiera se habló seriamente de rescate total cuando aquel rescate bancario que casi le hace llegar tarde al europeo de fútbol a Rajoy. La presión del rescate es toda de Rajoy y el alejamiento de esa amenaza nos restituye la situación con la que empezó Rajoy.
El alejamiento del rescate se debe sobre todo a otro logro de Rajoy: el “alivio” de la prima de riesgo, es decir, el indicador de cuánto nos cuesta devolver el dinero que nos prestan y con el que subsistimos. De los 645 puntos que llegamos a alcanzar, ya conseguimos bajar a 271. Toda una conquista (aunque todavía estamos peor que Irlanda). Pero con Zapatero la prima de riesgo llegó a un máximo de 290. El PP sigue pegando los trozos de lo que se rompió CON ELLOS EN EL PODER. La escalada empezó un día antes de las elecciones, cuando ya se sabía que iban a ganar los buenos: los mercados mostraron su confianza en el equipo de Rajoy disparando la prima en la víspera electoral hasta los 467 puntos. Y luego vinieron aquellas subidas sin fin, aquellos nervios, aquel ir y venir de Guindos como una gallina sin cabeza y aquellos balbuceos de Montoro de que qué les pasaba a los mercados, si ya estaban ellos, ELLOS, en el poder, qué más necesitaban.
Y el paro. Por fin baja el número de parados a las cifras que dejó Zapatero, más o menos (unos 200.000 parados menos ahora que en el otoño de 2011, pero hay que tener en cuenta el efecto estacional del verano). Como con la prima de riesgo, los malos datos de Zapatero se hicieron infames con Rajoy y ahora Rajoy presume de que él los está volviendo a hacer malos. Cosas de la bruma temporal de las leyendas.
¿Qué nos dirán del déficit público, que sigue creciendo tras quitar médicos a la gente, profesores a los jóvenes, becas a los universitarios, asistencia a ancianos y enfermos, recortar el aliento a todo el mundo, y tras subir impuestos, matrículas universitarias, tasas judiciales y de las otras? Rajoy ya está presumiendo de que bajará impuestos los que él subió, naturalmente. ¿Presumirá de congelar las tasas y matrículas que él disparó? Todo cabe en la alucinación temporal de un país de leyenda.
Yo, creedme, yo admiro a este hombre que nos gobierna. Lo admiro. Siempre estoy esperando qué va a decir a continuación.

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